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José Manuel Puertas

Rafa Nadal, ante su Everest mental

Uno de los grandes problemas para un deportista que lo ha ganado todo es mantener el hambre por seguir ganando día a día.

Uno de los grandes problemas para un deportista que lo ha ganado todo es mantener el hambre por seguir ganando día a día.

Uno de los grandes problemas para un deportista que lo ha ganado todo es mantener el hambre por seguir ganando día a día. Y si un maestro ha tenido el deporte español en dicha tarea, ese es sin duda Rafa Nadal. Desde la aparición de aquel torbellino que se hizo mayor al volver loco a Andy Roddick en la final de la Davis en La Cartuja de Sevilla, el manacorí jamás ha desfallecido en su transformación en la cancha, esa que, de un chico tímido y con miedos fuera de la pista, genera el mayor caníbal de la historia del deporte español cuando empuña la raqueta.

Desde el año 2004, nunca la final del Masters 1000 de Montecarlo no había tenido a Rafa Nadal entre sus contendientes. Desde ese mismo año, un 16 de julio en Stuttgart, David Ferrer (del que siempre digo que es el mejor tenista 'mortal' del mundo) nunca había vencido a Rafa Nadal en la arcilla sobre la que el balear es el dominador del tenis mundial. Este viernes, en los ¼ de final del torneo del principado, el alicantino fue mejor que Nadal, al que venció por 7-6 y 6-4 en un duelo donde los errores no forzados del número 1 mundial se sucedieron muy por encima de lo normal en él. Cierto es que habían existido precedentes en los que el número 2 español había tenido al balear sobre las cuerda en arcilla, pero siempre, precisamente el poder mental de Nadal había terminado por voltear la situación.

¿Qué está ocurriendo con Rafa Nadal? Él mismo, en su sinceridad habitual, esa que nunca podremos dejar de valorarle, admite que no es un problema físico. Su espalda, la que le hizo terminar a duras penas la final de Australia ante Wawrinka, no le molesta. Tras su derrota en Montecarlo, Nadal reconoció que le está costando recuperar su nivel de intensidad y fuerza mental, y eso es una novedad en la carrera del que para muchos, entre los me incluyo sin discusión, es el mejor deportista nacional de todos los tiempos.

Que Nadal es un talento como pocos para el tenis, no lo discute nadie. Que su hambre competitiva y su preparación mental para agarrarse al partido más difícil y voltearlo son casi únicas en el circuito mundial, tampoco. Por eso puede preocupar tanto que el propio jugador reconozca que no es un asunto físico, sino mental. En plena entrada de la temporada de tierra, donde debe defender los títulos de Barcelona, Madrid y Roma, antes por supuesto de Roland Garros, Nadal no puede permitirse flaquear en ese aspecto.

Es la crudeza de un circuito tenístico que no permite un respiro, y menos en los próximos meses para Nadal. Sus triunfos de la pasada campaña en los cuatro torneos citados sobre tierra, más los Masters 1000 de Montreal y Cincinatti, y posteriormente el US Open, no dejan lugar a la desconexión para Rafa. Apenas tendrá la ocasión de ganar puntos en Wimbledon, donde el año pasado cedió en primera ronda ante Darcis. El resto, será un auténtico Everest mental para Nadal si quiere cerrar el año como número 1 mundial, algo que, él mismo ya ha dicho varias veces, no es su principal objetivo, dado que se centra en ganar cada torneo. Sin embargo, su alma de campeón voraz no le permitirá sentirse cómodo si no es en lo más alto de la clasificación. Djokovic acecha por detrás, aunque su derrota en semifinales de Montecarlo ante Federer da algo de oxígeno al manacorí.

Rafa Nadal afronta sin duda uno de los mayores retos de su carrera en las próximas semanas y meses. Y solo alguien como él sería capaz de escalar este 8000 inaccesible para el resto de los mortales. Porque su alma competitiva está muy por encima de la de la inmensa, inmensísima mayoría. Sólo hace falta que recupere el hambre en su máximo esplendor. Que así sea.

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