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José Manuel Puertas

Un equipo de leyenda

Espero que este equipo de leyenda sea reconocido como tal en nuestro país. Desaprovechar la oportunidad de rendir pleitesía a unas deportistas tan grandes no deberíamos perdonárnoslo.

Espero que este equipo de leyenda sea reconocido como tal en nuestro país. Desaprovechar la oportunidad de rendir pleitesía a unas deportistas tan grandes no deberíamos perdonárnoslo.
La selección femenina de waterpolo, campeona de Europa.

No resulta ni mucho menos sencillo en los tiempos que vivimos en España que un deportista o equipo genere una unanimidad en el apoyo y cariño de los aficionados. Más allá de Rafa Nadal, Pau Gasol, o los mejores momentos de las selecciones masculinas de fútbol y baloncesto, que también han sido sometidas a fuerte crítica en sus últimos torneos, pocos pueden decir eso en España. Ni siquiera Fernando Alonso, que cuenta con una fuerte legión de detractores entre sus compatriotas.

Pues bien, eso es justamente lo que ha conseguido en los tres últimos años nuestra selección femenina de waterpolo: llegar al mismo tiempo al corazón de todos los aficionados al deporte, algo que tiene un mérito enorme.

La victoria el pasado fin de semana en el Europeo de Budapest, suponiendo un hito al ser la primera vez que un combinado español de waterpolo, masculino o femenino, reina a nivel europeo, es una muesca más en el revólver del combinado dirigido por el exjugador Miki Oca. La plata en el campeonato continental de Málaga, allá por 2008, pareció en su momento una raya en el agua para un deporte con escasa tradición hasta ese momento en España. Sin embargo, en 2012, derribaron la puerta que da acceso al corazón de la afición, se agarraron a ella y ya no han querido marcharse.

Y es que los Juegos Olímpicos de Londres suponen la llegada de uno de los equipos más históricos de nuestro deporte. La plata obtenida finalmente por el conjunto liderado por Jennifer Pareja, nombrada posteriormente como la mejor jugadora del mundo, y la espectacular portera Laura Ester, fue sin duda la sorpresa más grata de aquellos juegos, lograda por un equipo al que (casi) nadie esperaba, y al que sólo Estados Unidos fue capaz de frenar, tras un torneo prácticamente inmaculado en lo que suponía el estreno en la competición olímpica de la selección nacional femenina. Casi nada al aparato.

Un año más tarde, el reto era mayúsculo. Verano de 2013, Mundiales de Natación en Barcelona. El anfitrión y subcampeón olímpico era un equipo en el punto de mira de todos. Y volvieron a demostrar que están hechas de la pasta de las campeonas, llevándose el título a pesar de empezar con algunas dudas y caer derrotadas ante Rusia en la fase de grupos.

Situación similar ha ocurrido este verano, donde la derrota ante las rusas en la primera fase dejó a las de Oca casi sin margen de error, pero la presión del favorito contra las cuerdas volvió a no poder con ellas, y fueron superando escollos hasta derribar a la anfitriona Hungría en semifinales, y superar con rotundidad a Holanda en la final para entrar en los libros de la historia del deporte español, si no lo estaban ya, que deberían.

Todo ello en un país como el nuestro en el que la cultura deportiva, más allá del fútbol y de los Nadal, Alonso o Gasol, brilla más por su ausencia, y en el que en 2012, cuando ellas empezaron a derribar mitos, apenas había 570 waterpolistas federadas en nuestro país.

Espero, de verdad, que este equipo de leyenda sea reconocido como tal en nuestro país. Desaprovechar la oportunidad de rendir pleitesía a unas deportistas tan grandes no deberíamos perdonárnoslo. Son enormes, y como tal deberíamos tratarlas. Porque llegar a nuestro corazón, en tan difíciles momentos para la sociedad, no está pagado con nada.

Gracias, equipazo.

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