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José Manuel Puertas

Una final a la hora de la merienda

Si a alguno de ustedes les hubieran planteado cuáles eran sus horarios ideales para colocar toda una finalísima de la Liga Endesa entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, me atrevería a decir que muy pocos habrían elegido colocar la final a las siete de la tarde en los partidos entre semana, y a las doce y media los duelos que caigan en domingo. Esta decisión no es sino una más, aunque quizá la última, de las terribles acciones que ha llevado a cabo Televisión Española año tras año para minusvalorar un producto como la ACB.

En la zona noble de la asociación de clubes ya se suspira realmente por la llegada, que parece más cercana que nunca, de un operador privado que apueste por el baloncesto. Y no les faltan motivos, aunque es cierto que buena parte de la culpa de todo esto radica en la incapacidad desde la calle Iradier para defender unos derechos que han sido vilipendiados temporada tras temporada.

Y es que llueve sobre mojado. Cuando crees que cada acción no puede ser empeorada, la siguiente va un paso más allá. No ya es que el ente público casi ignore en su programación uno de sus escasos productos propios. No ya es que programen un partido (Andorra-Estudiantes) en la misma hora en que se juega un duelo decisivo para acceder la Final Tour (Olympiakos-Barcelona).

No ya es que a alguna cabeza pensante se le ocurra poner un Unicaja-Barça a la misma hora de la Final de la Euroliga (aunque rectificaran más tarde, se programó inicialmente así). No ya es que se anuncien retransmisiones de partidos que ya han terminado. No ya es que no existan apenas prepartidos ni postpartidos. No ya es que sea casi imposible saber cuándo se televisa un partido, ni el día, ni la hora, ni el canal. Podríamos seguir, pero probablemente el lector aficionado al baloncesto ya esté a punto del llanto y el menos aficionado esté muerto de la risa porque el producto no se puede tratar peor.

O sí. Porque siempre se puede poner una final entre Madrid y Barça en día laborable a las 19h, desaprovechando el eterno tirón de una rivalidad que hoy día va más allá de lo deportivo, que alcanza el terreno de lo social y lo político. Desaprovechando también que no hay más fútbol que la Copa América, que se juega de madrugada en España, el Mundial femenino, con interés relativo en nuestro país y España ya eliminada, y una eliminatoria de ascenso a primera entre Zaragoza y Las Palmas. Esa es toda la competencia futbolera. Y, sin embargo, Televisión Española vuelve a inmolarse.

No, no voy a pedir que se suprima el Telediario, válgame Dios. Pero, cabezas pensantes, por favor, hagan que el baloncesto se entregue a los aficionados, y no que siga alejándose paso a paso del pueblo. Si tan impepinable es que el Telediario tenga que ir a las nueve en La1, pongan la final de nuestro baloncesto en Teledeporte a una hora atractiva, en la que buena parte de los españolitos de a pie no estén trabajando. La elección de las siete de la tarde es, sencillamente, una broma de mal gusto.

Una broma que alimenta a aquellos que dicen que TVE sólo maltrata el baloncesto. Y un motivo más para que no pocos deseen la llegada de un operador privado. Con la imagen y difusión por los suelos, poco más pueden caer las audiencias. Así que, al menos, tengamos calidad. La que nunca, y cada año menos, ha ofrecido la televisión de todos al deporte de la canasta. A la ACB sólo puedo decirle que ha llegado el momento del punto y final. Que este sea el último mazazo de la tele pública al baloncesto. Y a Televisión Española, que tanta paz llevará como descanso dejará. Es difícil hacer las cosas peor durante tanto tiempo.

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