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José María Albert de Paco

Los primos del primo de Zumosol

Oriol Pujol trató de confundir su papel en una trama delictiva con un servicio a Cataluña, igual que hizo su padre en 1984.

Oriol Pujol trató de confundir su papel en una trama delictiva con un servicio a Cataluña, igual que hizo su padre en 1984.

Oriol Pujol hizo el paseíllo flanqueado por los convergentes Francesc Sánchez, Josep Rull, Jordi Turull y Lluís Corominas, dispuestos en torno a él, el imputado, a modo de flecha o V invertida. No sé qué genio planeó ese blindaje de opereta, pero la comparación es inevitable: así, en efecto, es como llegan los mafiosos al juzgado, según hemos visto cientos de veces en las películas. Por lo demás, el hecho de hacerse acompañar supone enviar al juez un mensaje inequívoco: no me imputas a mí, o no sólo a mí; también estás actuando contra mi clan, por lo que es con mi clan con quien te las habrás de ver. Dada la naturaleza coactiva de esta táctica, así la ponga en práctica Al Capone o el primo de Zumosol, llama la atención la indiferencia con que ha sido tratada en los medios. Salvo Victoria Prego en El Mundo, pocos analistas han reparado en que acudir al juzgado como si fuera uno a recoger la Champions es, cuando menos, indecoroso.

No es que en Cataluña no estemos acostumbrados, claro. El 6 de julio de 2001 el rector de la Universidad Rovira i Virgili, Lluís Arola, se presentó ante el tribunal que le había de juzgar por prevaricación acompañado de 14 rectores de universidad, y al frente de todos Andreu Mas-Colell, a la sazón consejero de Universidades. Arola se enfrentaba a una petición de ocho años de inhabilitación y 500.000 euros de multa por haber sancionado a una profesora que osó repartir exámenes de Selectividad en castellano. Preguntado Mas-Colell por su presencia en aquella algarada institucional (en aquel escrache a la justicia, diríamos hoy), aún resuena en sus palabras el eco de una ronquera antigua: "El único resultado posible es la inocencia del rector".

En su declaración ante el juez Anglada, Oriol Pujol trató de confundir su papel en una trama delictiva con un servicio a Cataluña, igual que hizo su padre en 1984, a raíz de la querella por el caso Banca Catalana. Con una diferencia: en aquel entonces, su padre fue jaleado en las calles de Barcelona por una multitud que lo mismo se erigía en servicio de orden que la emprendía a escupitajos contra el socialista Obiols, mientras que Oriol fue insultado por los pantojeros de rigor. En uno y otro caso se trataba de la misma turba, pero no tengo tan claro que se trate del mismo país.

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