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José María Albert de Paco

Plataforma por Cataluña

El gran drama de Cataluña es que la Cosa, como dice Boadella, viene dando una legión de políticos cuyo cometido no es hacer política, sino hacer historia.

El gran drama de Cataluña es que la Cosa, como dice Boadella, viene dando una legión de políticos cuyo cometido no es hacer política, sino hacer historia.
Imagen TV

El catedrático Francesc de Carreras solía decir, cuando mitineaba para C's en los albores del partido, que en Cataluña no podía hablarse stricto sensu de pluripartidismo, ya que en realidad sólo había una formación: el Partido Unificado de Cataluña, que incluía, con matices más o menos cosméticos, a todos los partidos del arco parlamentario. En cierto modo, sugería De Carreras, la única sigla determinante es la C de Cataluña; si izquierda, derecha, de centro o liberal, es ya un asunto puramente anecdótico. En este sentido, la designación de Raül Romeva como número uno de la lista de Mas no es más que el enésimo refrendo de la existencia del PUC. O lo que es lo mismo: de un déficit de democracia que empieza a hacerse acreedor, si no del rapapolvo de España (¡harto impensable!), sí del de la Unión Europea.

No en vano, todas y cada una de las escenas que el nacionalismo catalán ha brindado estos días han reflejado esta profunda anomalía, empezando, claro está, por el uso discrecional de las instituciones para suscribir pactos partidistas. El gran drama de Cataluña es que la Cosa, como dice Boadella, viene dando una legión de políticos cuyo cometido no es hacer política, sino hacer historia. De ahí, obviamente, que no consideren aberrante okupar el Palau de la Generalitat para celebrar toda suerte de cimeras antiespañolas. Al cabo, la política exige ciertas servidumbres, y la principal de todas ellas es la servidumbre para con la realidad; cuando se trata de ilustrar la enciclopedia, en cambio, todo vale. Más si se trata de la Catalana. La única diputada, por cierto, que ha exigido a Mas, Junqueras y murieles que celebren sus encuentros en su casa, y no en la de todos, es Dolors Camats, de ICV-EUiA.

El candidato Romeva, como recordarán, es el mismo que, a propósito de unas maniobras militares, dijo tener indicios de que el Ejército español estaba tratando de invadir Cataluña. Y que, en razón de esos indicios, reclamó por carta a la UE que llamara la atención al Gobierno de España. Algo antes, en otro de sus raptos grafómanos (todo es literatura, ay) formuló esta pregunta a la Comisión Europea: "¿Cree la Comisión Europea que estos hechos tan graves, vistos por millones de personas, incluidos niños, deben quedar impunes?". Por "hechos tan graves" el bueno de Romeva entendía el pisotón que Pepe dio a Messi en un partido de Copa del Rey. Y así hasta 2.000 intervenciones, que le valieron, durante la última legislatura, el título de eurodiputado más trabajador.

Charnego, comunista, culé, nacionalista... Va a tener razón mi amigo Oriol Trillas, que hoy me decía: "¡No tengas ninguna duda de que si Vázquez Montalbán estuviera vivo, lo habrían puesto a él en vez de a Romeva!". El PSUC, en efecto, está al fin a las puertas de gobernar en Cataluña. Si es que alguna vez ha dejado de hacerlo.

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