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José María Marco

La responsabilidad de los políticos

El día del “percance” en la Asamblea de Madrid, los socialistas no manifestaron sorpresa ni por un instante. Sólo hubo pánico, desde el primer momento. Por otra parte, ya se sabe que días antes circulaban rumores insistentes sobre la posibilidad de que ocurriese lo que al final ocurrió. Y también se especula acerca del alcance de la corriente “balbasista” en el grupo parlamentario socialista en la Asamblea de Madrid. Hay quien la cifra en un máximo de diez y un mínimo de cinco diputados. Cinco diputados es el número requerido para formar grupo, lo que podría llevar a una ruptura del partido socialista. Nadie se atreve a fijar la cantidad de concejalías ocupadas en Madrid por seguidores de esa misma corriente.

Es posible que la insistencia del candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad en que los “desleales” devuelvan el acta esté relacionada con la necesidad de dar un escarmiento a quienes todavía no se han destapado. La crisis institucional vendría a ser la forma en que los socialistas están intentando solventar un asunto interno. Eso contribuiría tal vez a explicar el intento por ganar tiempo, dejando que se pudra una situación que perjudica al PSOE ante la opinión pública. Lo que está claro es que a pesar de todos los esfuerzos por extender la responsabilidad del “percance”, no hay más culpables que los propios socialistas.

Ahora bien, aunque este asunto lleve en todas las fases de su desarrollo el inconfundible sello socialista, también ha sacado a relucir por lo menos dos problemas generales. El primero es el excesivo nivel de intervención del suelo que padecemos en España. Como el “percance” de la Asamblea de Madrid ha demostrado, este gigantesco intervencionismo, que bloquea los mecanismos del mercado, lleva irremediablemente a la corrupción política. Por otra parte, todos los políticos saben que la intervención pública en la construcción, con las promociones de viviendas protegidas, lleva a encarecer el precio de la vivienda. Los compradores de vivienda libre pagan el coste de su vivienda y, además, el de la vivienda protegida. Sin contar con que existe un fuerte incentivo para que los promotores de vivienda protegida aumenten el precio bajo cuerda. Ahora bien, unos (la izquierda) por ideología y otros (el centro derecha) por demagogia, resulta que ningún partido se atreve a proponer soluciones a este problema por todos conocido.

El segundo asunto es la legislación electoral para las elecciones municipales y autonómicas. El actual sistema, representativo y a una sola vuelta, da pie a fenómenos masivos de transfuguismo, cambio de votos y formación de alianzas postelectorales diseñadas exclusivamente para echar del poder al adversario. Más aún, y relacionando este sistema electoral con la intervención pública del suelo, es práctica común el intercambio de votos por recalificaciones y promociones. Estas prácticas llegan pocas veces a la opinión pública. El “percance” de la asamblea de Madrid las está sacando a la luz, y a lo grande. Una de las cosas más sorprendentes de este asunto ha sido comprobar con qué naturalidad los políticos dan por descontadas estas prácticas, como si fueran un hecho normal. No lo son, y así lo demuestra el “percance” de Madrid, y, entre otros varios ejemplos, lo ocurrido en Navarra, en la Comunidad de Cantabria y en muchas ciudades importantes del litoral valenciano, como Gandía.

La moraleja es sencilla. Sólo cuando afectan al interés mismo de los políticos, los políticos denuncian estos hechos. Pero es responsabilidad de esos mismos políticos afrontarlos y, ya que no darles una solución definitiva, que seguramente no existirá, por lo menos aportar posibles salidas. Para eso se les paga, la verdad, y no todo puede recaer siempre en los electores ni en los contribuyentes. Seguramente no estamos en el mejor momento para iniciar esta discusión, pero alguien tendrá que tener el valor de hacerlo alguna vez. A lo mejor quien lo haga saca de buenas a primeras la mayoría absoluta. Esperanza Aguirre, en cualquier caso, es la única que por ahora ha empezado a abrir el debate.

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