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José María Marco

Retrato de la comunidad judía

Siete de cada diez sienten que tienen un lazo con Israel, y un 43 por ciento declara haber visitado este país por lo menos una vez.

Según cuenta el Tanaj, las estadísticas no casaban bien con los israelitas. Lo demuestra el que el censo que ordenó el rey David no fue visto con buenos ojos por el Señor. Así que el Señor castigó a quien quería conocer con demasiada precisión el tamaño y los límites del pueblo elegido (2Sam 24,1-9).

Este antiguo problema volvió a salir a la luz en los estudios estadísticos realizados sobre los judíos norteamericanos en los últimos años del siglo XX, hasta el punto de que la última encuesta seria databa del año 2000. Como la población judía norteamericana está dispersa y no existen criterios claros para definir la identidad judía, los resultados provocaron una gran polémica. Es bien sabido que el censo norteamericano se abstiene desde 1957 de preguntar acerca de cuestiones relacionadas con la fe. El vacío era por tanto notable. En 2013 pudo ser cubierto gracias al prestigioso Pew Research Center, que realizó una gran encuesta. Los resultados fueron publicados con el título de Retrato de los judíos norteamericanos. En octubre, el Daily Jewish Forward publicó un interesante libro con los principales datos y una serie de comentarios.

En cuanto al hecho básico de la población judía en EEUU, la encuesta revela que el número de judíos ha aumentado desde el último trabajo de este tipo, que no hay más remedio que tomar como referencia. En la última encuesta del CJPS (discutida, en su momento) había 5,2 millones de judíos. En 2013 hay 6,7 millones, un 2,2 por ciento del total de la población norteamericana. El porcentaje disminuye en relación con el total (en 1957 se declaró judío un 3,4 por ciento), pero no deja de ser un aumento, significativo además.

De esta población, siete de cada diez sienten que tienen un lazo con Israel, y un 43 por ciento declara haber visitado este país por lo menos una vez. No hay por tanto ni sombra de antisionismo, como a veces se ha dicho, en la comunidad judía norteamericana. Aunque las cosas hayan cambiado mucho, no se es judío por defecto. Los judíos norteamericanos manifiestan explícitamente su adhesión a la comunidad judía y se muestran orgullosos de ella.

En cuanto a las actitudes políticas, los datos del estudio corroboran lo que se sabe desde hace mucho tiempo. Los judíos norteamericanos apoyan (en un número mayor que el resto de sus compatriotas) al Partido Demócrata, a Obama y las políticas sociales. Son mayoritariamenteliberals, es decir, progresistas. Es esta una predilección muy antigua, de la que se ha hablado mucho, de la que se ha dicho en varias ocasiones que estaba cambiando y de la que se han matizado varios elementos (en especial en cuanto a la desafección de los judíos ortodoxos), pero que sigue siendo un hecho cierto.

Algo más complicado ha resultado, en particular para las elites dirigentes israelíes, la constatación de que sólo un 38 por ciento de los judíos norteamericanos considera que el Gobierno israelí está haciendo un esfuerzo sincero para lograr la paz con los palestinos. Tampoco la política de asentamientos concita grandes respaldos. Más bien al revés: un 44 por ciento la considera dañina. Este dato puede ser interpretado de varias maneras. Una de ellas es que una parte considerable de los judíos norteamericanos tiene una visión considerablemente idealizada del conflicto. En cualquier caso, es preocupante para el Gobierno israelí.

La cuestión de la religión de los judíos norteamericanos resulta aún más complicada. Un 18 por ciento se identifica con el judaísmo conservador, un 9 por ciento con el reformista y sólo un 8 por ciento con el judaísmo ortodoxo, que constituye el tronco del judaísmo practicado en Israel. De entre los jóvenes, sólo un 11 por ciento se declara adscrito al judaísmo conservador.

Hay más. La religión judía, que es el factor evidente de identificación, aparece en baja. Hace diez años, el 93 por ciento de los judíos norteamericanos afirmaba que su religión era la judía. Hoy sólo lo hace el 78 por ciento, y entre los nacidos después de 1980 tan sólo el 68 por ciento se declara religioso.

Si una parte tan importante de los judíos norteamericanos se sienten ajenos a la religión judía, se plantea, como es natural, la pregunta acerca de cuál es el rasgo distintivo de la identidad judía. El recuerdo del Holocausto es la primera, lo que proporciona una buena idea de la seriedad con la que se vive una identidad de la que no se puede apartar la dimensión trágica. Este hecho le otorga una dimensión muy particular –en realidad muy esperanzadora– en el mundo actual. (Quizás no resulte del todo paradójico que un 42 por ciento de los encuestados afirme que ser judío requiere sentido del humor). Después viene la consideración de que ser judío quiere decir "llevar una vida moral y ética", lo que también resulta relevante: el sentido comunitario va combinado con una exigencia moral.

Esto corresponde a una situación en la que los matrimonios mixtos aumentan de forma notable (un 72% de los judíos no ortodoxos se casa fuera de su fe), con las repercusiones que eso tiene en la transmisión de los valores, las costumbres y en realidad la identidad judía, que parece haber empezado a moverse fuera de la religión. Sólo un 19 por ciento relaciona la identidad judía con la práctica de la ley (judía). ¿Será posible un cambio tan profundo?

Uno de los problemas más relevantes es el relativo hundimiento del judaísmo conservador, que es, por así decirlo, el centro del judaísmo norteamericano, aquel que mantiene, mediante sus fondos, sus instituciones, sus programas educativos y religiosos, el conjunto del judaísmo. Si de verdad colapsa el judaísmo conservador, fallará el tronco del judaísmo y la comunidad judía se encontrará en una situación inédita. En realidad, muchos la hemos observado por experiencia propia: el resurgir de una fe religiosa (de formas diversas) más intensa y más explícita y, al mismo tiempo, la aparición de grandes zonas ajenas a la religión, de una forma también explícita.

El judaísmo norteamericano parece estar sometido a las mismas tensiones a las que se enfrenta el conjunto de la sociedad norteamericana. Las identidades se están reformulando según criterios nuevos. Desde esta perspectiva, sin embargo, el que los judíos norteamericanos se sigan sintiendo tales incluso fuera de la religión dice mucho de la capacidad de supervivencia y reinvención del judaísmo.


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