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José T. Raga

Recortar de lo 'básico'

No estamos ante un problema catalán sino español, que tiene que resolver el Gobierno de España.

Se lo hemos oído esta semana a un presidente de comunidad autónoma y, si quieren que les sea sincero, a mí no me parece mal. Es más, si a sus votantes les parece bien, yo no tengo nada que decir. Conociendo las argucias del personaje –argucias debe de dar la tierra, pues no es el primero que las maneja–, sí que tengo que decir que, transferencias de recursos, las que legítimamente les correspondan y ni un céntimo más. No vaya a ser que, porque no hay dinero para lo básico, protejamos el despilfarro en lo superfluo; una táctica, la del hecho diferencial, que les ha sido muy rentable desde sus orígenes. La diferencia debe financiarla el diferente.

Lo de Cataluña, pues el señor Mas identifica Cataluña consigo mismo, está llegando a unos límites difícilmente tolerables. Ante escasez de recursos –aunque él no crea en ello–, no ve peligrar las múltiples televisiones públicas catalanas, de las que es titular la Generalidad, ni los gastos extraordinarios de su sistema educativo, para un resultado lamentable en los educandos, ni la representación política catalana –embajadas– en el exterior, aunque tal representación no la reconozca nadie. El peligro que está viendo el señor presidente de la Generalidad es el de los servicios básicos, aquellos que se consideran esenciales para la vida de los ciudadanos, también de los catalanes y de los que allí residen.

Para el señor presidente es prioritario el culto a su personalidad, que pueda garantizarse desde los medios públicos de comunicación catalanes, antes que la atención sanitaria a la que tiene derecho todo residente en Cataluña, por mandato constitucional. Bien es verdad que, a él, lo de la Constitución hace mucho tiempo que no le afecta.

Para el señor presidente es preferente el gozo de ver ondear en París la bandera catalana –no he podido constatar si con estrella o sin ella– que hacer frente a sus deudas con los proveedores, que están llevando al cierre de multitud de empresas, lo que hace que el desempleo suba más y más.

Para el señor Mas, prioritario es hacer frente al coste extraordinario de la inmersión lingüística, quedando muy en último lugar la atención de ancianos y discapacitados o el socorro a los que carecen de casi todo, incluso del honor de ser catalanes. Él es Cataluña y sólo a través de él se definirán el propio sentido de lo catalán y los objetivos de una comunidad, tan varia en sus gentes como cualquier otra del territorio español.

Comprendo que la quiebra de sus aspiraciones personales (30,68% de los votos en las últimas elecciones), suficiente para hacer dimitir a cualquier político con sentido de la autoestima, le haga sentirse acorralado por los hechos. Ello, sin embargo, no autoriza al desacato y a inferir sufrimientos al pueblo al que dice servir, así como al resto de la población española. No estamos ante un problema catalán sino español, que tiene que resolver el Gobierno de España. 

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