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José T. Raga

Se buscan padrinos

¿No será, señor Duran, que su proyecto no es un neonato, como suponen, sino un cadáver que lo que requiere son enterradores y no padrinos?

¿No será, señor Duran, que su proyecto no es un neonato, como suponen, sino un cadáver que lo que requiere son enterradores y no padrinos?

Parece ser que el área sacramental está en baja, al menos para algunos; así resulta, al menos, de unas manifestaciones del señor Duran i Lleida. Al decir del señor diputado, no encuentran padrinos para su proyecto secesionista. ¿No será, señor Duran, que su proyecto no es un neonato, como suponen, sino un cadáver que lo que requiere son enterradores y no padrinos?

Que ustedes se crean lo que dicen pretender, ya es grave, pero que traten de que lo asumamos los demás como la cosa más normal del mundo, eso no puede ser más que un signo de oligofrenia, o de que suponen oligofrénicos a los demás mortales. Y esto es más complicado. Suponer que todo el mundo es deficiente es una forma de autoinculparse, pues, aunque sea por un mínimo de probabilidades, debemos de suponer que alguno se salvará de la quema ideológica y razonará, poniendo en uso las neuronas de que fuimos dotados con algún malvado propósito.

Cómo será la cosa que aun aquellos a los que nada les importa el proyecto catalán, ni la forma de llevarlo a término, ni el tan mentado hecho diferencial, rechazan tal gesto, seguramente para evitar que se los identifique con cualquier pretexto. Yo consultaría con algún galeno de renombre, por si la dolencia fuera grave y con tendencia a empeorar.

Mire usted que son varios los sacramentos que requieren apadrinamiento, pero la extremaunción y las exequias de corpore insepulto invitan a la plegaria y a la reflexión, incluso cuando las virtudes del finado fueren más que dudosas. ¿Cree usted que de fomentar el odio, promover la fragmentación social, levantar muros entre el yo y el , impidiendo la construcción del nosotros, puede derivar algo que tenga el menor signo de bondad?

El egoísmo es y ha sido siempre un mal compañero de viaje. El egoísta, a fuerza de mirarse complacido, desconsiderando al resto de la comunidad, acaba empobrecido en su altanería, de espaldas a la realidad. El orgullo petulante es, además, una forma ruidosa de ridículo, pues todos conocemos y sabemos que del mejor al peor hay un escaso trecho y que la diferencia radica en la autoestima y el sentido de la dignidad personal, que a unos les permite presumir de los errores, ridiculizándose ante los ojos de la comunidad, mientras que otros no están dispuestos a asumir ese coste personal.

Ustedes están a punto de entrar en el corazón de la frase bíblica según la cual el que se ensalza será humillado. Han conseguido que en el resto de España no se tema su secesión, sino que se desee la expulsión por cualquier procedimiento. ¿Dónde quedó el seny, la laboriosidad, la apertura de horizontes, cuando los referentes son el barrio y sus costumbres y los correligionarios? El aislamiento se hace patente en la sorpresa de que nadie haga caso a su pretensión.

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