Me permito seguir con la alegoría del Presidente Artur Mas, en su pretendida lucha por Cataluña contra los poderes del Estado. Una lucha de la que espera salir victorioso gracias a la mayor astucia del débil frente a la mayor potencia del fuerte. Como se relata en el primer libro de Samuel, también en el siglo XXI, una vez más David –en este caso, no a la cabeza del pueblo de Israel sino del catalán– contra el gigante Goliat –que en este caso tampoco es un guerrero filisteo, sino español–.
Las diferencias entre ambos son notables. En primer lugar, David era un pastor que pastoreaba las ovejas de su padre, profesión que no me consta haya ejercido el señor Mas, y con la que no habría acumulado el patrimonio que se dice detenta. Goliat, tampoco es el Estado, pues, en tanto que incorpóreo difícilmente podría guerrear. Podría ser el Presidente Rajoy, pero, aunque alto y fuerte, tampoco lo veo como Goliat; además, las críticas que se le dirigen son, precisamente, por lo contrario: escasa predisposición al combate.
Por otra parte, los filisteos y los israelitas eran antagónicos, adoraban a dioses distintos, y no dejaban de luchar, guerra tras guerra; hora triunfaban los primeros, hora los segundos; una y otra vez sin solución de continuidad. Nada de esto ocurre entre el David catalán y el Gobierno español
Son más las diferencias, pero yo quisiera detenerme en una de ellas que no es vana. David, persona afable, inteligente, astuta, con un elevado sentido y estima de su propia dignidad, de hecho estaba llamado a ser el Rey del pueblo de Israel, dispuesto a asumir riesgos, nunca hubiera pedido a Goliat que le financiara la honda ni las piedras que iba a usar para vencerle y derribarle. Cosa en la que ustedes son insaciables y, hasta para luchar contra el Estado, piden más y más recursos de ese maldito Fondo de Liquidez Autonómica, con grave desigualdad de trato del resto de Comunidades.
Son tan torpes en la recta administración de los recursos públicos que, pese a todo, en julio, alcanzaban ustedes ya un déficit de 2.434 millones de euros, lo que equivale al 1.22 % del PIB, siendo el techo para todo el año, del 1.0 %. Lo sorprendente es que en este escenario, se permita usted amenazar al Tribunal Constitucional porque, prohibir la consulta, alimentará la violencia.
Yo francamente le entiendo: la amenaza quizá sea su única arma. Lo que no entiendo es que el posible fracaso le resulte gratis. El amenazado, lo menos que puede hacer es que, a partir de ahora, sólo lo justo y mientras dure. Le aseguro que si David no hubiera acertado con el golpe, Goliat le habría machacado. Y es que entre hombres, cuando uno toma una deriva, se debe exponerse a lo que sea.
No cabe aquello de, si me sale bien, perfecto, y si no, no pasa nada; quedo como estaba.