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José T. Raga

Virus en la 'Marca España'

Los virus hay que eliminarlos radicalmente, para que el cuerpo 'Marca España' siga viviendo saludablemente.

No es extraño que, en un mundo en el que lo que cuentan son las imágenes y los mensajes publicitarios, sin importar demasiado su relación con la realidad representada, se ponga suma atención en cuidar aquellos instrumentos, para mostrar públicamente una idea lejos de la realidad efectiva, disociando así la representación de lo representado.

Comprendo, pues, la asunción de estas técnicas de comunicación, que buscan poner de relieve lo que de relevante pueda haber en nuestro país; un país al que muchos aspiraríamos. Comparto la decisión de un embajador de la Marca España y, cómo no, entiendo la presencia del señor Rajoy en Estado Unidos –amén de la visita a su presidente–, con el propósito de presentar nuestras potencialidades como país y como economía. Ojalá que lo bueno mostrado, si no está hoy, se consiga, y que lo malo, que no habrá aparecido en la imagen, desaparezca cuanto antes.

Sin embargo, no siempre tenemos dominio para acrecentar lo primero, ni para eliminar lo segundo, y el problema es mayor cuando ya nos los denuncian desde fuera. En este caso, la situación se vuelve más complicada, porque no hay cosa más nociva que la arrogancia de presumir de aquello que a todas luces no existe. El discurso de una imagen idílica, ante quienes son conscientes de la perversión de quienes la pregonan, puede hundir, irreversiblemente, las excelencias que se pretendían mostrar.

Al tiempo que nuestro presidente del Gobierno trabajaba por la imagen de España en los Estados Unidos, nos llegan dos advertencias –no llamo todavía denuncias– que vienen a inocular unos virus en esa Marca España que estamos tratando de mostrar.

Una se refería al modo en que actúa el poder judicial y a sus presuntos condicionantes políticos, ideológicos o simplemente de intereses temporales, que hacen dudar, a los dicentes, de la imparcialidad de los fallos judiciales; en definitiva, de la efectividad de un Estado de Derecho. Que hay que hacer algo en esta materia, no hay dudas, y así se palpaba en el interior; la novedad es que también fuera de nuestras fronteras se han enterado de lo que ocurre.

La otra se sitúa en la decisión de la Comisión Europea de bloquear los fondos para formación laboral dirigidos a los sindicatos –concretamente a UGT–, por un presunto desvío de los ya recibidos a otros fines, de naturaleza bien diferente a la establecida de formación de parados.

Dos advertencias/denuncias de extrema gravedad, pues, lejos de la imagen que se pretende mostrar, de un país moderno, honesto, riguroso y responsable, muestran una imagen real de corrupción, de latrocinio y de inmoralidad, que tampoco se puede confiar en que será penalizada, pues la confianza en el poder judicial también está bajo mínimos.

Siempre es preocupante la cuestión, pero cuando las valoraciones vienen de fuera, la preocupación y la gravedad es mucho mayor. Los virus hay que eliminarlos radicalmente, para que el cuerpo Marca España siga viviendo saludablemente.

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