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José Vilas Nogueira

Ocho horas con el demagogo monclovita

Estamos entregados a un totalitarismo anestésico. Pero con el dolor desaparece el sistema de alarmas contra la enfermedad. Cuando despertemos –si es que despertamos– ya no habrá remedio.

Una hazaña periodística. ¡Ocho horas! se ha pasado el Director de El Mundo entrevistando a Zapatero, y otras tantas páginas emplea su periódico, en el número de hoy, para transmitirnos sus propósitos. El alarde de estupidez y abyección del ocupante de La Moncloa es difícilmente igualable. Yo no he sido capaz de leer más que los destaques del periódico. Aun así, les ofrezco algunas perlas del discurso de este innoble demagogo:

1. Para comenzar, el periódico consagra un titular, en primera, a toda plana: "Busqué la paz con ETA pero preparé a la vez la confrontación con ETA".Epifanía de la doblez; pero también,apoteosis de la mentira. Porque le "resultaba inconcebible que hicieran una barbaridad como la de la T-4 como elemento de presión".

2. Sin embargo, la barbaridad no era tan bárbara. Los deseos "internacionales" y los principios éticos zapateriles: "Si autoricé nuevos contactos con ETA tras el atentado de la T-4 fue debido al deseo de instancias internacionales. Mi principio ético era agotar hasta el último suspiro la posibilidad de que no hubiera más víctimas". En qué quedamos, ¿el determinante fue el deseo de "instancias" internacionales o los principios éticos de Zapatero? ¿Cuáles fueron esas "instancias"? Y si hubieran divergido, ¿que habría hecho el demagogo monclovita?

3. Hay que respetar los pactos y las leyes, pero no la Constitución:

3.1 "Hay un pacto de que la lengua vehicular en la enseñanza es el catalán y hay que respetar las leyes constitucionales".

3.2. "A mi no me gusta multar por no rotular en catalán, pero si se hace al amparo de la ley, hay que respetarlo.

Pero, en buena lógica, pactos y leyes constitucionales deberían respetar la Constitución. Y ¿qué dice la Constitución? Que el castellano es la lengua oficial del Estado; que todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla (art. 3.1).

4. Ahora bien, si resulta incómodo no es obligado respetar la ley: "Soy partidario de que la bandera ondee en todos los edificios públicos, pero no (...) voy a condenar a compañeros que ganan elecciones en sitios difíciles".

5. La honestidad, una función del sentimiento catalán: "Cuando dije que el concepto de nación es algo discutido y discutible hice una reflexión honesta dirigida al sentimiento catalán". Esto es, el sentimiento catalán es el árbitro de la honestidad de Zapatero. Sin ese sentimiento, Zapatero queda desprovisto de criterios de honestidad, y la nación podría ser algo indiscutible. Y para colmo, el déspota monclovita tiene muy mala comunicación con ese sentimiento, ya que, por desgracia, la mayor parte de la clase política e intelectual catalana considera que Cataluña es indiscutiblemente una nación.

Para qué seguir. El gobierno de Zapatero es un caso límite de la demagogia que domina la política contemporánea. La mayoría de las gentes parece estar satisfecha con esta democracia virtual, meramente aparencial, mientras los oligarcas de los partidos de izquierda y nacionalistas, en colusión, disponen no ya de sus vidas y haciendas, sino incluso de sus conciencias. Estamos entregados a un totalitarismo anestésico. Pero con el dolor desaparece el sistema de alarmas contra la enfermedad. Cuando despertemos –si es que despertamos– ya no habrá remedio.

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