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Juan Carlos Girauta

13-M: el golpe de una estructura organizada

No deberíamos renunciar a saber cómo se organizó el golpe de mano del 13 M, jornada de reflexión violada por representantes de la izquierda, canales de televisión y la mayor cadena de emisoras de radio del país, a mayor gloria de su brazo político. Lo que hicieron los medios convencionales ha sido diseccionado en gran medida por el diario El Mundo, y basta cotejar su timing con los papeles desclasificados del CNI para desmontar la principal acusación que se lanzó contra el gobierno el día del golpe de mano. Quien insista en que el gobierno mentía, miente.
 
Especial interés presentan Internet y los teléfonos móviles. La red de redes ha servido de formidable coartada para muchos. Rubalcaba, que protagonizó el acto más grave del día, dice ahora que sus fuentes fueron los diarios digitales, lo que incluye sus foros. De esos espacios incontrolados surgieron piezas anónimas que la radio ofreció como noticias y calumnias que reprodujo, entre otros, un sujeto lamentable ante la prensa internacional. Dar pábulo a las excrecencias de los foros de Internet es un arma que agota muy pronto su potencial, al no poder confirmarse el contenido, pero cuando todo se juega a una carta en cuestión de horas, su fuerza puede ser demoledora, como ahora sabemos. Nótese que cualquiera puede introducir un bulo en un foro para citarlo inmediatamente. Cuando llegan las pruebas de su falsedad, el intoxicador ya ha logrado su objetivo y además queda impune.
 
Y ahora vamos con los móviles. Teóricamente, un mensaje espontáneo puede difundirse de acuerdo con un crecimiento exponencial. Pero el 13 M, los mensajes que convocaban a la gente ante las sedes del PP no pudieron seguir esa pauta. Por varios motivos: se extendieron demasiado deprisa, en demasiados lugares a la vez, y su resultado presentó demasiadas coincidencias. Las mismas consignas, las mismas pancartas, la simultaneidad, permiten inducir la existencia de una estructura organizada. Una iniciativa espontánea sólo habría funcionado en alguna capital, y las consignas habrían sido diferentes; la extensión de la protesta no habría sido ni tan eficaz ni tan eficiente. Hizo falta un grupo organizado de emisores y, sobre todo, algo imposible de improvisar: una buena base de datos de “conectores” (personas que enlazan con mucha gente a la vez). Sobre “conectores”, es obligado consultar The Tipping Point, de Malcolm Gladwell. Nuestros compañeros Daniel Rodríguez Herrera y David de Ugarte saben mucho más que yo de esto.
 
Josep Piqué podría tener informaciones valiosas que quizá algún día revele, pues señaló a los socialistas, y en concreto a sus Juventudes, como organizadores del acoso a la sede catalana del PP. Por eso le pidió a Pasqual Maragall que emitiera un mensaje de calma. El presidente de la Generalitat lo negó todo.
 

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