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Juan Carlos Girauta

A todo le llaman alegría

La alegría que defienden los millonarios del socialismo, por usar la sucinta descripción de Rajoy, es la de sus cuentas corrientes.

Defender la alegría es una necedad con tufillo de catequesis progre. O la alegría es un estado injustificado del ánimo o es consecuencia de algo. Lo primero se defiende solo; lo segundo exige conocer la causa de dicha alegría, a ver si es o no defendible. ¿Qué hay de la alegría del atracador después de un buen golpe? ¿La defendemos también? ¿Y la de Bin Laden tras el 11-S?

Todo arranca de un verso de Benedetti. A la poesía no hay que buscarle tres pies; lo único que le pedimos es que no nos sonroje, y en este caso el poeta incumple. Cualquiera puede escribir un mal verso. Cantado por Serrat dio una canción impropia del artista, cuyos ramalazos cursis perdonamos porque nos acordamos del resto de su obra. Con los años, el error Defender la alegría ha ido a rebotar en la peculiar campaña electoral del gremio dizque cultural español.

Como primera medida para defender la alegría, se exhiben con el doctor Montes, artista fino. Defender la sedación terminal. Acto seguido, la alegría aletea aún más alto cuando el gremio, por boca de un cineasta, llama estúpida y mentirosa a la oposición democrática. ¡Qué alegría! En un éxtasis de júbilo, otro señor del cine califica de "terrorífica" la posibilidad de un triunfo de Rajoy. Es el mismo defensor de la alegría que el 13-M le contó a la prensa internacional que el PP preparaba un golpe de Estado. No estaría de más que, olvidando por un momento la alegría, defendieran alguna vez la verdad. Ya no digo la libertad, que para su gremio es mucho pedir.

La alegría que defienden los millonarios del socialismo, por usar la sucinta descripción de Rajoy, es la de sus cuentas corrientes. De algún modo comprenden que queda asegurada con la permanencia de Rodríguez en el poder. Ya les ha comunicado el jefe de la oposición que con él se acabó el canon digital. Ahora sólo falta que se lo cuente a la señora que lleva de número diez en la lista por Madrid. Es durilla de oído y entenderá mejor el mensaje de Rajoy con el lenguaje de los signos: sólo hay que señalarla con el índice y, acto seguido, formar sobre el ojo, con el mismo dedo, una ceja circunfleja. Significa: "Tú... con Zapatero".

Sospecho que toda esta amenazante alegría seguirá bien defendida del libre mercado gane quien gane, el cejudo o el barbado, pues nadie ha planteado todavía la desaparición de las subvenciones al cine español. O, por ir al origen del mal, del Ministerio de Cultura, que sería lo suyo. A ese ministerio hay que sedarlo.

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