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Juan Carlos Girauta

Del enemigo el consejo

Sólo hay que ver quiénes se han llevado las manos a la cabeza al saber que ni Ruiz Gallardón ni nadie distinto a don Mariano maneja la estrategia del PP. Es para partirse de risa.

No sé si el libro de estilo de El País permite publicar en portada un titular entrecomillado que resulta ser una “reconstrucción” (y aquí sí que están justificadas las comillas). No importa; ya empezamos a conocernos todos. Lo notable es el nerviosismo de la izquierda política y mediática desde que se han conocido las dos grandes noticias de la semana: el salto de todo un Manuel Pizarro a la política y la demostración inapelable de que Mariano Rajoy no acepta presiones.

A Pizarro han corrido a ponerle verde los blanquiños por “capitalista” y los nacionalistas catalanes, con el PSC al frente, por “catalanófobo”. Es curioso, porque cuando el ex presidente de Endesa compareció ante el Parlament de Cataluña tras haber sido acusado de provocar el apagón estival para fastidiarnos, los lobos se volvieron corderos, y hasta un ilustre apellido bastante locuaz enmudeció. Pizarro sabe demasiadas cosas de Fecsa, qué le vamos a hacer. Más curioso aún es constatar cómo la clase política catalana avanza en su proceso de desconexión de la realidad; abominan de Pizarro mientras los directores de La Vanguardia y de El Periódico –que ya es decir– manifiestan una admiración espontánea al enterarse del fichaje. Por no mencionar al empresariado catalán, que está más contento que unas Pascuas con la posibilidad de que un gestor de primera llegue al ministerio de Economía a punto para detener el círculo vicioso en el que nos estamos metiendo.

En cuanto a la segunda felicidad de los populares, la constatación de que Rajoy es un líder que no acepta presiones, sólo hay que ver quiénes se han llevado las manos a la cabeza al saber que ni Ruiz Gallardón ni nadie distinto a don Mariano maneja la estrategia del PP. Es para partirse de risa. Debe ser que socialistas, neocomunistas y separatistas catalanes se han distinguido siempre por desear el bien del PP y su triunfo electoral, por eso hay que tragarse su consternación actual, plasmada en esa viñeta gráfica de El Mundo (el humor gráfico es la quintaesencia del progrerío), con Zapatero en un ring mirando cómo su contendiente se propina una paliza a sí mismo. Recorto la viñeta y la guardo para la noche del 9 de marzo. Entonces sí que va a dar risa el chiste.

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