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Juan Carlos Girauta

Dos vídeos, dos escalas de valores

Los socialistas se han quedado en realidad sin argumentos, por eso se ponen guerreros. De momento lanzan un vídeo con el asesinato simbólico de los líderes del PP. ¿Qué vendrá luego?

No hay más que comparar los vídeos promocionales de Nuevas Generaciones y Juventudes Socialistas para captar la esencia de lo que está sucediendo en España y descubrir las prioridades, estilo y trasfondo ético de dos modelos de juventud que, a su vez, reflejan dos formas radicalmente distintas de entender la política.

Al enfoque violento y destructivo de los socialistas pueden sumarse sin problemas –como de hecho se suman– tanto la alianza de comunistas y verderones llamada Izquierda Unida como los varios separatismos periféricos. En su tosca pieza audiovisual, en la franqueza con que muestran sus deseos de reventar literalmente a Rajoy y Aznar, hay mucho más que un desahogo; hay una clave definitoria: explica por qué socialistas, ecocomunistas y separatistas se adhieren con tanta facilidad en conglomerados cuyo pegamento único es el odio.

El odio a España en el caso de los periféricos. El odio al único partido que defiende sin complejos la idea de España en el de los socialistas. Odio que viene de antiguo y forma parte del ADN del PSOE, y que se recrudece por obra de un sentimiento colectivo de culpa perfectamente justificado. La base electoral de los socialistas está compuesta mayoritariamente por gente de izquierdas que no odia a España, así que el Gobierno y su partido han de ser forzosamente conscientes de que no están donde deberían estar y de que les acompaña quien no debería acompañarles.

A los socialistas con cargo hay que darlos por inútiles tras el espectáculo de sus intentos de rendición ante la ETA. Es de los socialistas sin un cargo de donde cabe esperar una contundente denuncia de la contradicción en que ha caído su partido. Pero cada vez que una voz izquierdista se planta ante los planes separatistas y defiende la unidad de España, el aparato y sus voces amigas emplean el mismo resorte defensivo: tales críticas favorecen estratégicamente al PP.

Se trata de pura demagogia; la unidad de España está por encima de partidos y cargos, conveniencias y cálculos. Acorralado por sus errores, recurre el PSOE a un viejo fantasma: el peligro de un supuesto nacionalismo español. Pero la nación que defiende el PP y defendemos muchos otros se parece tanto a la de los nacionalistas como un huevo a una castaña.

La nuestra no precisa hurgar en la oscuridad de la historia. Nos basta con Cádiz. Es la nación de la razón frente a la irracionalidad, de los individuos frente a los colectivos, de la igualdad ante la ley frente a las discriminaciones, de la libertad frente a la sumisión, el atropello y la ingeniería social. Como todo esto no es muy difícil de explicar ni de entender, los socialistas se han quedado en realidad sin argumentos, por eso se ponen guerreros. De momento lanzan un vídeo con el asesinato simbólico de los líderes del PP. ¿Qué vendrá luego?

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