Si un marciano aterrizara en Cataluña –un marciano que fuera sagaz–, detectaría pronto una extraña fijación en las conversaciones, una irritación creciente, abuso de expresiones en los medios de comunicación cuyo sentido, extrañamente, nadie es capaz de desentrañar para él. Doy por hecho que una inteligencia extraterrestre capaz de alcanzar nuestro planeta, venciendo los obstáculos universales de la física, dispondrá asimismo de avanzadas tecnologías relacionadas con el lenguaje, los símbolos y el sentido. Imagino al marciano procediendo a un barrido rápido de todas las conversaciones que se mantienen en un momento dado en un espacio determinado, procesándolas y cotejándolas con las situaciones en que las palabras se pronuncian; combinándolo todo con la prensa del día y con el acompañamiento gestual y las efectivas conductas de emisores y receptores en relación con lo hablado y con lo callado. Imagino a ese marciano formidable descubriendo varias cosas sobre Cataluña que él atribuiría a los terrícolas en general, en un típico fallo de muestreo.
Los terrícolas, colegiría, utilizan sin cesar unos módulos seudolingüísticos, unos sonidos repetidos en forma de palabras pero exentos de significado. Ejemplo: "Las vías legales se tienen que apurar para que se visualice la voluntad del pueblo como voluntad pacífica". Ejemplo: "Mientras se internacionaliza el proceso, Europa nos tiene que ir visualizando como un pueblo al que no se le permite ejercer su derecho democrático a decidir". Ejemplo: "Con o sin consulta, haremos una DUI e, inmediatamente, tomaremos la Torre de Collserola y el aeropuerto de El Prat para que se visualicen actos de soberanía".
El marciano, que es un lince, no necesita conocer la historia de Ramón Berenguer IV, ni los almogávares, ni la conquista de Mallorca, ni el compromiso de Caspe, ni la guerra de los segadores, ni la de Sucesión, ni la del francés, ni el desarrollo industrial, ni el proteccionismo, ni el romanticismo, ni la Lliga, ni las salidas al balcón de Macià y Companys, ni el PSUC, ni la CNT, ni el POUM, ni Orwell, ni el franquismo yendo al campo del Barça, ni la Transición, ni Pujol con sus chonis ni sus choris. El marciano tiene bastante con el inquietante e injustificado abuso del verbo visualizar para comprender que está frente a una estafa terrícola de dimensiones descomunales. En su archivo aparecen "timo de la estampita", "nazareno" y "la cabra", pero ninguno de esos palos es comparable. Este es un timo coral, de larga ejecución, apoyado en la hipnosis colectiva y en un magistral despliegue de ilusionismo. Nada se va a ver, todo se va a visualizar. Nada se va a efectuar, a ejecutar, a formalizar, a homologar. Es un ejercicio masivo de visualización. ¡Ya lo veo, ya lo veo, oh, Dios mío, es tan bello! Ahí, en ese mundo, yo no soy un fracasado, una mierda de tío, un frustrado, un impotente, un ignorante. Todas mis lacras eran culpa de unas reglas de juego con las que los catalanes siempre perdíamos. ¡Visualiza ese mundo donde yo triunfo, destaco, me realizo, follo, hablo de cojones! Ahí está, casi puedo tocarlo. Una multitud emocionada e iluminada se alinea al borde del puente, como si fuera a saltar. Hay un spot similar de una aseguradora. El marciano lo tiene en el archivo. Ahora va a investigar quién se lleva la tela.