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Juan Carlos Girauta

El PSOE y la ETA en el frente anti PP

Los proetarras han acudido a coaccionar e insultar a Aznar y sus seguidores en Durango. "La lucha es el único camino", gritaban. Y, mira tú por dónde, ahí llevan razón. La lucha es el único camino para terminar con el terrorismo.

Ese político fracasado al que todos rinden honores, empezando por Piqué... ¿Cómo se llama? No me acuerdo. Ese político, antes de infringir la legislación electoral siguiendo una simpática costumbre socialista, avaló objetivamente (pues preside el PSC) la estrategia de confrontación que hizo de la campaña del referéndum estatutario un festival de sectarismo, violencias y amenazas contra los no nacionalistas.

Siguiendo la misma línea –coincidencia muy ilustrativa– los proetarras han acudido a coaccionar e insultar a Aznar y sus seguidores en Durango. "La lucha es el único camino", gritaban. Y, mira tú por dónde, ahí llevan razón. La lucha es el único camino para terminar con el terrorismo; los poderes públicos no tienen mandato ni autoridad para seguir ningún otro que no sea la lucha, que en un Estado de Derecho consiste en aplicar la ley con eficacia. Justamente lo que hizo el gobierno Aznar cosechando más éxitos que ningún otro ejecutivo anterior.

A lo largo de los años, los socialistas han presentado una fuerte tendencia –una tendencia definitoria– a encarar el terrorismo saltándose el ordenamiento jurídico. Primero organizaron... un grupo terrorista. Para compensar. Se secuestraba, torturaba y mataba ante la hipócrita ceguera o la obscena comprensión de la progresía. Todavía recuerdo a una alta dirigente del PSC diciendo en 1986 ante José García Domínguez y el que firma, tras constatar nuestra disidencia, que "el gobierno tiene derecho a matar". Comprendimos que la ágrafa se refería a que el Estado tiene el monopolio de la violencia. Váyale usted con sutilezas a un socialista sin formación pero con cargo deslumbrante.

El doloroso ínterin de los mandatos de Aznar lo vivió el PSOE como una desconcertante e injusta anomalía, pues sólo ellos están llamados a gobernar. Por algo son los herederos de la verdadera legitimidad de nuestra democracia, que es la que entronca con la Segunda República (nombre con el que ahora se designa al Frente Popular). Comparten dignidades con otros "luchadores por la libertad", como los comunistas, la esquerra o el PNV.

El frente vuelve a proteger a España de la derecha de siempre, hoy reunida en el PP, prolongación de los insurrectos franquistas. Ha observado Santiago Carrillo que los etarras se muestran más responsables que los populares, y hace unos días señaló que la derecha clerical de los años treinta y el PP se parecen como "dos gotas de agua". A decir verdad, Carrillo también se parece bastante a un estalinista que era delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid cuando las matanzas de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz.

Tras la anomalía aznarista volvieron ellos. Hoy afrontan el terrorismo sujetos a dos largas servidumbres. Primera: este asunto sólo saben manejarlo desde fuera de la ley. Segundo: ¿no hay dos frentes? Pues la "izquierda abertzale" ha de pertenecer forzosamente al suyo. De ahí todo.

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