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Juan Carlos Girauta

Famas inmerecidas

Lamentablemente (espero) para MAFO y para Solbes, el metal no ha hecho más que revalorizarse, lo que como coincidencia tiene una gracia tremenda. Con nuestras reservas malvendidas y a la mitad, los expertos han empezado a cantar las excelencias del oro.

Leo un confidencial donde se pone por las nubes a MAFO, gobernador del Banco de España. Su prestigio, dicen, crece por momentos en ambientes financieros y cualquier partido estaría encantado de contar con él. No deja de ser curioso; en los últimos tiempos ha procedido a la venta de casi la mitad de nuestras reservas de oro. Aplaudiendo tan inteligente operación, el durmiente Solbes estableció, en uno de sus conocidos aciertos: "el oro ya no es un activo rentable". Lamentablemente (espero) para MAFO y para Solbes, el metal no ha hecho más que revalorizarse, lo que como coincidencia tiene una gracia tremenda. Con nuestras reservas malvendidas y a la mitad, los expertos han empezado a cantar las excelencias del oro y los bancos centrales se han dispuesto a elevar sus reservas.

Cuando pienso en este despilfarro, en el lucro cesante de la estúpida operación y en el prestigio de que gozan, por lo visto, sus autores, no puedo dejar de recordar otra aventura política con el oro como protagonista. Tampoco es muy conocida y, a diferencia del caso español, los héroes salvaron el tesoro de su país. Hoy habitan, por pereza del periodismo, el vertedero de la historia. Se trata del oro afgano salvado de la codicia talibán por el líder comunista Nayibulá, antes y después de su presidencia, y por varios de sus funcionarios. El jefe de divisas y responsable de la cámara secreta del Banco Central en Kabul fue torturado infructuosamente. El acceso al protegido escondrijo donde dormían los lingotes se resistió hasta el final a los talibanes gracias a estos actos de heroísmo. Al propio Najibulá, médico que abandonaría el marxismo y que recibió el apodo de "carnicero de Kabul", lo sacaron los talibanes de una base de la ONU donde se refugiaba. Fue, con su hermano, torturado, castrado y colgado públicamente, pero no reveló los nombres de los guardianes de las siete llaves de la cripta del Banco Central. Derrocado el régimen fundamentalista y abierta la cámara, se encontraron primero todos los lingotes y, después, en otra cripta aún más secreta, el fabuloso tesoro de Tillya Tepe. No lo había vendido a los rusos, como todos daban por hecho. Hay famas inmerecidas.

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