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¡Cómo son estos chicos! Mientras examinaba la pieza cómica de los socialistas titulada “Bases para el Estatuto de Autonomía de Cataluña”, que simula que quiere sustituir al estatuto de verdad, imaginaba las risotadas de algunos viejos conocidos tecleando al ordenador en algún despacho de la calle Nicaragua. Al principio no pensaron que fuera a hacer tanta gracia. Simplemente les pareció un tema interesante y se pusieron a redactar. Estas cosas salen así, por la cara. Están acostumbrados a improvisar, porque cuando su jefe se despierta suelto y deja escapar una ideíta, al punto los equipos se ponen manos a la obra para no dejarlo en ridículo y nos dicen muy serios que el traque que todos hemos oído era un oboe ensayando el re.

Cuando una lejana mañana, en un arrebato, el Olímpico propuso una exposición universal en Barcelona para el 2004, quienes conocían el calendario internacional fruncieron el ceño; era imposible organizar tal cosa. Pero buenos son ellos. En vez de rectificar, arguyeron que el hombre en realidad se refería a “un gran foro de las culturas”. Y ahí sí que frunció el zuño hasta la estatua de Colón. Se tuvo que dotar ingentes medios, sablear empresas y poner a su think tank de la diversidad a rellenar el vacío. Al menos, lo del nuevo estatuto es gratis. Un par de brainstormings, cuatro consultas y, jamalají jamalajá, los mismos que defendieron la LOAPA han producido trece páginas divertidísimas, con sus parrafitos bien colocados. Todo como si fuera de verdad.

Cuando dicen lo de presidente o presidenta, consejero primero o consejera primera, alcaldes y alcaldesas, ya ves que va de coña. Un preámbulo nos informa de que Cataluña es una nación, y unas disposiciones generales advierten del deber ciudadano de conocer las dos lenguas. Eso sí, se deja claro que “Cataluña considera el castellano y la cultura castellana (sic) como patrimonio de presente y de futuro”. En la base séptima, sobre organización territorial, salen de la chistera... ¡siete nuevas administraciones públicas!, y se hacen desaparecer las provincias con mucha soltura. Pero dado que la carta magna establece la existencia obligatoria de estos entes locales, el truco de sostener que no se contradice la Constitución no se lo traga nadie. Si no se hubieran saltado en su día tantas clases de derecho administrativo, este número les saldría mejor. Cuando confunden descentralización con desconcentración, el público avisado empieza a toser y a removerse en los asientos

Pero ojo, de repente aparece un capítulo de relaciones exteriores que incluye una representación permanente de la Generalitat ante la Comisión Europea. No hay que asustarse. El showman ya ha afirmado que hasta la Constitución es derecho transitorio. Y entonces aplaudimos porque por fin la broma se descubre: el documento no es que sea transitorio, es que es una estrella fugaz, una súbita pulsión nacionalista, una sombra furtiva. Nada. Ni ellos se lo creen. ¡Pero qué buenos ratos nos hacen pasar!


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