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Juan Carlos Girauta

Los desatinos de don Arturo

Don Arturo ha ido a hacerse unas fotos con Ibarreche para afianzar algo, no se sabe si su imagen de gran estadista internacional o la fama de político creativo de que goza desde lo de la bandera de Andorra. Pues hala, que se abracen a la sombra de la estatua de Sabino Arana y que le dedique su amigo uno de esos libros que ha editado para reivindicar la memoria de diez etarras. En las Vascongadas, don Arturo lo traga todo. Si le llegan a calzar una camiseta con el hacha y la serpiente, no sé si habría mudado su expresión. Dice que ha ido a pedir que se recupere el diálogo perdido, pero no se lo pide a su anfitrión sino a esa cosa etérea y venenosa llamada Madrid.
 
Exige el hombre que se retire la propuesta de reforma de Código Penal, que considera “una aberración”. Pero nada de aberrante ve él en apoyar con su presencia el delictuoso plan de los socios de ETA. Al PP lo da por imposible, y hace bien; a estos no hay manera de metérsela doblada. Pero con el PSOE alberga mayores esperanzas, y acierta de nuevo al juzgar los valores de la gran familia socialista, tan laxa, tan dispar. Así que les pide a los de Zapatero que dejen de hacer “seguidismo” del PP. Debería añadir alguna receta; ¿cómo se hace eso, Don Arturo? Quizás actuando como es norma en Cataluña, donde los medios afines a la causa apenas se han enterado del asesinato de siete militares españoles. Ya les habría gustado a nuestros valientes mártires que TV3 les hubiese otorgado la décima parte de los minutos y del sentimiento que le concedieron a Copito de Nieve (quizá porque la ideología de Copito se parecía bastante a la suya).
 
Otra forma de no hacer seguidismo del PP debe de ser perder la dignidad ante el altivo Carod y proclamar a los cuatro vientos un casi lúbrico ¡sí a todo! Lo único seguro es que, para Mas, dejar de hacer seguidismo consiste en apoyar el plan Ibarreche, es decir, en tirar por la borda nuestras leyes, empezando por la Constitución y pasarse la nación española y sus valores democráticos por el arco del triunfo, que es tanto como darle la razón y la victoria a los asesinos.
 
Ya lanzado, se llena la boca el frustrado presidenciable con una interpretación libre de “lo que Cataluña quiere” basada en los resultados del 16 N. Pero por muy retorcido que se sea, unas elecciones autonómicas no son más que eso, y sólo permiten interpretar cómo quiere Cataluña que esté compuesto su Parlamento autonómico. Punto. Mejor sabremos lo que Cataluña quiere en las generales de marzo. Mientras tanto, guarde usted un poco las formas, don Arturo, que se está poniendo en ridículo con su entreguismo, seguidismo y peloteo a Carod, quien por otra parte tiene ya decidido que la era de CiU ha terminado, ¿o es que no se da cuenta? Habrá ganado las elecciones, pero usted no gobernará. Preserve al menos la dignidad y deje ya de mendigar y de intentar caer simpático a quien se dispone a finiquitarlo políticamente.
 

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