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Juan Carlos Girauta

Los trasvases son malos, salvo que sean buenos

Dado que la propaganda antipepera estigmatizó el franco y descriptivo nombre, lo del Segre no puede ser un "trasvase", aunque lo sea. Así, el conseller manifestó públicamente su esperanza de que se hallara en el futuro un nombre alternativo.

Al calificar de "emergencia nacional" la sequía que padece el área de Barcelona, lanzaba un anzuelo el ecocomunista Francesc Baltasar, responsable catalán de Medio Ambiente. Dejemos de lado lo discutible de la condición nacional de la emergencia, entre otras cosas porque cuando ésta concurre no hay tiempo para debates.

¡Esa es exactamente la cuestión! Al unir tal sustantivo con tal adjetivo se desencadenan sinergias dramáticas y se suspende el juicio. Si se tratara de nuda emergencia, sin nacionalidad, también habría que darse prisa, claro está, pero nada impediría que mientras se allegan los hectolitros necesarios, los arremangados catalanes diéramos en comentar algunas cosas. Como por ejemplo:

– ¿No decíamos que los trasvases ni en pintura?
– Pues sí, fíjate qué cosas. Eran malos malísimos por definición.
– Un estropicio ecológico, una usurpación.
– Una intromisión en los cursos que la madre Naturaleza ha tenido a bien establecer para las aguas dulces.
– ¿Entonces?
– Entonces, una de dos: o bien lo que ahora quieren hacer con un afluente del Ebro...
– ¡No me toquen el Ebro! – tercia una voz aragonesa.
– Usted, cállese. O bien lo que ahora quieren hacer con... el Segre... es una aberración...
– O bien antes exageramos un poquito.
– ¿Con el PHN?
– Sí, con el trasvase del... ejem... ya sabes.
– Pero es que se trataba del PP.
– Claro.
– Claro. Pero yo empiezo a tener sed.

A evitar semejantes disquisiciones venía el sintagma dramático de Baltasar, pues, siendo la emergencia nacional, poner en duda los recursos que la atienden sería traición de lesa patria. Catalana. Otros juegos malabares ha intentado con las palabras este rey mago que nos trae minitrasvases. Verán.

Dado que la propaganda antipepera estigmatizó el franco y descriptivo nombre, lo del Segre no puede ser un "trasvase", aunque lo sea. Así, en un cándido ejercicio de demagogia, el conseller manifestó públicamente su esperanza de que se hallara en el futuro un nombre alternativo.

El primero que le dio en la cresta fue el presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans, Joan Martí i Castellet: "No hay ninguna palabra diferente de "trasvase" (transvassament en el original) para definir lo que se quiere hacer con el agua del Segre (...) No hemos de buscar una nueva palabra porque ya existe una. Por tanto, no nos pida que la cambiemos." Había ido el incauto Baltasar a topar nada menos que con la lengua, espina dorsal de la construcción nacional. Ahí no hay componendas.

Siendo finalmente un trasvase el trasvase, el Gobierno español ha dicho que ni hablar. Z no va a desdecirse de tanta mentira como propaló. Y si los barceloneses nos quedamos sin agua, allá nos las compongamos. Saura ha respondido acusando al Gobierno español de traición. Tiene razón, pero debería incluir al tripartito del que forma parte. Ambos gobiernos han traicionado a la verdad y a la ciudadanía. Qué sed.

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