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Golpe de mano o manotazo fue lo que sacudió al país en plena conmoción. Aciagos días de marzo que un alto dirigente socialista regó con “el champán más caro de la casa”. Manotazo mediático que está en la red, muy a pesar de los intoxicadores, para quien quiera recrear la infamia. Manotazo político también, constatamos, sobre todo desde las revelaciones de F. Múgica. Le tomó gusto el PSOE a esta violencia gratis y soterrada con la que encauzó las emociones desatadas por la gran violencia de las estaciones. Y sigue, desde el poder, propinando porrazos al cuerpo sedado de la derecha.
 
El PSOE se ha echado al monte, fiel a su tradición. Sus banderas partidistas ondean ufanas para recibir a los militares españoles. Ni que hubieran ido obligados. Ni que fueran soldados de reemplazo, como los que enviaba González. Nuestros soldados, profesionales todos, han hecho un trabajo formidable en aquel entorno endiablado, ayudando y protegiendo a la población liberada del tirano. Es lógico que sus familias los reciban con lágrimas de emoción. Pero sepan que los socialistas los están usando sin escrúpulos, que se valen de los militares y sus familiares con dos fines a los que no se deberían prestar: mentir al pueblo español haciendo ver que estaban allí en contra de su voluntad; componer con ellos propaganda electoral para su partido.
 
Otro manotazo a traición se lo ha dado Alonso al PP arrojando al rostro de Acebes la culpa política de los atentados islamistas. Se cuida mucho el ministro de salvar a los cuerpos de seguridad, infiltrados hasta la cocina de La Casa, que ya en 2001 impidió (¿por qué?) la detención de un destacado miembro de Al Qaeda. Supimos ayer que dos de los implicados en el 11 M eran confidentes de la policía. Si Alonso trabajara en lo suyo calladito, a lo mejor hasta nos creíamos que la trama infecta tiene alguna posibilidad de acabar a la luz de la Audiencia Nacional. Él prefiere reeditar los momentos estelares de aquellos ministros del interior felipistas que tantas alegrías nos dieron.
 
A Alonso lo ha puesto ahí Zapatero sabiendo que estuvo en contra de la ilegalización de Batasuna y del cumplimiento íntegro de las penas por terrorismo; que discrepó públicamente de Garzón en la ilegalización del “entorno” etarra; que criticó la reforma del Código Penal. ¿Qué pinta un ministro del interior que piensa así en el gobierno del impulsor del Pacto por las libertades y contra el terrorismo? Pinta mucho; tiene un cometido fundamental: finiquitar ese Pacto que en su día legitimó al PSOE y que se ha convertido en una piedra en el zapato de Zapatero. No necesariamente lo denunciarán. Más bien lo desdibujarán, lo congelarán, lo desvirtuarán a base de abrirlo a todo el que pase por allí. Ay el PSOE, siempre un pasito más allá del límite.

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