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Juan Carlos Girauta

Más sobre las maniobras

ICV hace méritos con el PSOE y ERC se acerca a CiU proponiendo una “mesa de partidos catalanes” (todos menos el PP) que sabe inasumible por Montilla. Atentos.

Los movimientos catalanes continúan. Tienden a la conformación de una mayoría alternativa cuya viabilidad dependerá, claro está, de lo que finalmente decida la Esquerra. En esta posición privilegiada del partido independentista, en su capacidad para hacer y deshacer presidencias y, con ello, para tener acogotado a cualquier presidente, radica el problema central de los últimos años no sólo en Cataluña, sino en el conjunto de España. Para permitirlo sólo hacía falta que el PSC los homologara, que los convergentes entraran con ellos en liza por ver quién tiene más larga la voluntad de construcción nacional y, para rematar la faena, que el presidente del Gobierno español los incluyera como parte primordial de su frente anti PP. Es decir, sólo hacía falta lo que ha sucedido.

De estos tres errores, quizá el más comprensible sea el del PSC. A fin de cuentas, sólo el abrazo al independentismo les permitía romper la eternidad convergente, la plena identificación de Cataluña con el partido fundado por Pujol. Por otra parte, en algunos despachos importantes de la calle Nicaragua siempre ha existido la convicción de que el abrazo debilitaría a ERC y los alimentaría a ellos, tesis reforzada por los resultados de las últimas generales.

Si eso es verdad, si una parte sustancial del amplísimo apoyo al PSC se mantiene en autonómicas, Montilla puede soñar con un Gobierno monocolor. Por eso el adelanto electoral es cada vez más probable. Conllevaría la vuelta de la Esquerra a esa convicción tan convergente según la cual un partido de obediencia española (y el PSC, con todo, lo es) jamás primará los intereses catalanes. Y habría una alianza postelectoral CiU-ERC siempre que la aritmética lo permitiera. Una sola fuerza, amplia y difusa, se opondría al nuevo diseño político; pero esa fuerza tampoco apuesta por el reparto actual. Son los empresarios pesebristas que anhelan una larga era de pax sociovergente, el sueño de La Vanguardia: el Gobierno de los dos grandes, presidido por Mas o por Montilla (quien obtenga más escaños) con el otro de vicepresidente. Pero la sociovergencia desalojaría del poder a los pequeños. Quizá por eso ICV hace méritos con el PSOE y ERC se acerca a CiU proponiendo una “mesa de partidos catalanes” (todos menos el PP) que sabe inasumible por Montilla. Atentos.

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