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Juan Carlos Girauta

Mentiras socialistas

Obsérvese que para el PSOE no miente quien afirma que la negociación estuvo liquidada con el atentado de la T-4 y que la negociación no estuvo liquidada con el atentado de la T-4.

Más preocupante que la difícil relación del PSOE con la verdad es la posibilidad de que tanto relajo ético acabe contaminando la sociedad española. El 9 de marzo a las ocho de la tarde sabremos si así ha sido, si en una democracia europea es posible renovar la confianza ciudadana mintiendo abiertamente, sosteniendo una cosa y su contraria. En Estados Unidos saltan presidentes, o se ven sometidos a pública humillación, por mentir en asuntos menos importantes.

El proceso de negociación con ETA no es asunto baladí; ha concentrado la atención de los medios durante años y ha suscitado las más duras críticas de la oposición. Los socialistas lo iniciaron con inoportunidad y lo mantuvieron en términos hirientes, errados, absurdos, hostiles con las víctimas, dulces con los terroristas, contraproducentes si atendemos a los objetivos declarados. Con todo, parecía existir una condición: si ETA volvía a matar, se acababa. Lo que significaba que tarde o temprano se acabaría. ETA volvió a matar y el presidente, muy solemne, con su ministro del Interior, muy elocuente, dieron el proceso por terminado. Mentían.

Podían haber seguido haciéndolo sine die, pero, en el curso de una entrevista, el presidente reconoció la verdad. Habría sido un acto de sinceridad de no mediar un inconcebible empeño: sostener que antes no nos había mentido. Obsérvese que para el PSOE no miente quien afirma que la negociación estuvo liquidada con el atentado de la T-4 y que la negociación no estuvo liquidada con el atentado de la T-4.

Tomemos otro ejemplo: la promesa electoral de los 400 euros. Desde que fue formulada, todo el espectro político denunció la falta de progresividad de la medida, empezando por el PP, pasando por los nacionalistas y acabando con IU. Ministros, dirigentes socialistas y palmeros mediáticos han torcido la lógica para negarlo, abusando de la ignorancia general sobre el significado del adjetivo "progresivo" cuando se aplica a una medida fiscal.

Por ejemplo, el portavoz del PSOE en la Comisión Constitucional del Congreso, Ramón Jáuregui, acaba de afirmar que la devolución "es progresiva al máximo porque cuanto más bajos son los ingresos, mayor es el porcentaje de la deducción", ya que se deducen "400 euros en la cuota del IRPF a todos los españoles que hacen declaración de la renta". El mismo día, en el mismo diario, doce páginas después, Pedro Solbes comunica que "unos se llevarán 400 euros, otros 300, otros 180 y quizá algunos no se lleven nada". Ha introducido la progresividad que faltaba. No esperen que nadie se retracte.

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