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Juan Carlos Girauta

No exageréis

Unas ratas han considerado que la mejor forma de defender sus posiciones nacionalistas es patear y dar de puñetazos a un profesor universitario que recoge firmas en la calle a favor de una iniciativa legislativa popular relacionada con el idioma.

Horas antes había recibido reproches amistosos por una apreciación que, de un modo u otro, había salpicado todas las intervenciones. Era en la presentación barcelonesa de La eclosión liberal. Lo apreciado por toda la mesa, lo reprochado por algún asistente, consistía en las carencias, imperfecciones, distorsiones, ahogos o asfixias de la libertad en Cataluña. Al finalizar el acto, un amigo sinceramente escandalizado, bajando la voz, se acercó discreto y me dijo al oído:

– ¿Cómo podéis sostener que en Cataluña no hay libertad? Por Dios...
– Bueno, ante todo gracias por venir. Yo no he dicho exactamente eso. Postulo que sólo es libre quien se toma la libertad, sin encomendarse a nadie. Por razones que no vienen al caso, aquí pocos lo hacen.

Y él sonreía y negaba con la cabeza mientras levantaba su copa de cava para zanjar, benévolo, esta distancia infinita de percepciones entre seres que han vivido en el mismo lugar, han acudido a la misma escuela, han estudiado en la misma facultad.

¿Quién es más realista? La prueba no iba a tardar 48 horas en llegar, en forma de paliza a Francisco Caja. Unas ratas han considerado que la mejor forma de defender sus posiciones nacionalistas es patear y dar de puñetazos a un profesor universitario que recoge firmas en la calle a favor de una iniciativa legislativa popular relacionada con el idioma. Peor resulta la indefensión. Los Mossos d’Esquadra, alertados de inmediato, tardaron media hora en llegar y se negaron a levantar atestado: "Vaya usted a comisaría, si quiere."

También se habían negado los mozos del nuevo conseller Saura –que se está estrenando de acuerdo con lo que esperábamos de sus capacidades– a enviar protección preventiva a la presentación del libro. Transcurrió, por fortuna, en paz y armonía, y acabó en abrazos calurosos y en fraternales amonestaciones: "No exageréis". Mientras, los más brindábamos por la libertad y por España.

En España

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