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Juan Carlos Girauta

Parábola del joven petimetre

Un joven petimetre se presenta ante el padre de su novia y manifiesta solemnemente su convicción de que la estabilidad económica es esencial para la buena marcha de un matrimonio. El padre asiente complacido

El domingo, en Salou, elaboré para mis queridos amigos de Nuevas Generaciones de Cataluña esta parábola:

Un joven petimetre se presenta ante el padre de su novia y manifiesta solemnemente su convicción de que la estabilidad económica es esencial para la buena marcha de un matrimonio. El padre asiente complacido:

– Por ahí vamos bien. Entonces, ejem, ¿es usted hombre de fortuna?
– No, señor.
– Pero sin duda tendrá una buena titulación universitaria que pronto le permitirá lograr la estabilidad a la que alude.
– En realidad, no tengo estudios de ningún tipo.
– Oh... ¿Está usted a punto de recibir alguna herencia?
– Nada de eso, señor.
– Bien, seguro que le adornan virtudes valiosas. Su empatía puede convertirle en un gran vendedor y, de ese modo, acumular algún capital con el que poner su propia empresa.
– Carezco de empatía, señor. No soporto a la gente y la gente no me soporta a mí. Sería incapaz de vender un botellín de agua en el desierto.
– En ese caso, será usted un infatigable trabajador. El trabajo es a fin de cuentas la base de toda estabilidad.
– No voy a engañarle, señor. Soy un holgazán de primera. He pasado la vida eludiendo el trabajo, y así seguiré.

En ese punto, al padre se le pone cara de interrogante, y sólo alcanza a balbucear:

– ¿Y... entonces?
– ¿Entonces? Pues eso. Que tengo la absoluta convicción de que la estabilidad económica es esencial para la buena marcha de un matrimonio.

El joven petimetre espera que la sola formulación de una convicción baste como aval, que la exposición de una idea pase por encima de todas sus carencias personales. Aclaré a mi joven audiencia del Campus de Noves Generacions que el joven de la parábola era Artur Mas; la amada, Cataluña; el padre, los votantes catalanes.

Sí. Tan perplejo como ese pobre padre se queda uno al examinar la propuesta de refundación del catalanismo presentada por el líder de Convergència. Mas alegra nuestros oídos apostando por "una Cataluña global", por situarnos "entre las naciones que destacan por su excelencia". Cree en un modelo educativo de calidad y, tras comunicarnos que "vamos hacia un mundo con pocas fronteras, interdependiente, más abierto y libre", glosa las ventajas que se derivarán para Cataluña de tener "una sociedad plurilingüe" o "una potente red de universidades". Todo para acabar proclamando que "Cataluña se ha de convertir en área central del Mediterráneo".

Pruebe a buscar el modo en que se alcanzarán tan ambiciosos y loables objetivos y se le quedará la misma cara de interrogante que al padre de la novia. Nada hay. Salvo que tomemos por algo la reivindicación de una "nación plena", un par de insultos preventivos al Tribunal Constitucional y otro par de amenazas para el caso de que tumbe elEstatut. Que sí, señor Mas, que sí, que la estabilidad económica es esencial para la buena marcha del matrimonio.

En España

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