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La incorporación de Josep Piqué al “núcleo duro” del PP, el reducido equipo de dirección estratégica de Rajoy, confirma la conocida afinidad entre el candidato a la presidencia del gobierno y el presidente del PPC. En clave catalana, se frustran los ingenuos intentos de ERC de alegrar los oídos de Piqué mientras lanza feroces diatribas contra el partido que encabeza: Puigcercós considera a Piqué “un hombre inteligentísimo” que nada tiene que ver con la ideología del PP y que procede de una tradición política que en realidad es la del tripartito. No deben acordarse de que, precisamente por ser inteligente, se arrepintió en público de su pasado comunista.
 
La presencia de Piqué en los maitines de los lunes permite interpretar las directrices y argumentos ofrecidos este fin de semana por el líder del PPC, estrictamente, como la posición del partido a nivel nacional. Y estas son las líneas maestras de lo que Piqué explicó a los suyos la noche del pasado viernes día 9 en un recogido hotel gerundense: circunstancias excepcionales hacen que las próximas generales sean unas elecciones de la máxima importancia, y la razón de esto toca al PPC muy de cerca porque estriba en el proyecto social-comunista-separatista del tripartito catalán. La débil situación del PSOE sólo deja una opción: la repetición de un triunfo del PP con mayoría suficiente para gobernar. La alternativa no es un gobierno del PSOE sino un gabinete presidido por Zapatero en el que se integraría Izquierda Unida, el PNV, CiU, el BNG, la Chunta y los andalucistas. “¿Os imagináis a Llamazares de ministro de Asuntos Exteriores?”, lanzó provocando una carcajada general no exenta de cierto nerviosismo. Siguió con la constatación de que el PPC cuenta con la ventaja de ser la única formación catalana que habla de España con normalidad. La única. Este es un elemento de proximidad objetiva con la mayor parte de la ciudadanía catalana. Si el PP tiene que ganar con una mayoría suficiente, el PPC tiene que obtener un excelente resultado. Habló de novecientos mil e incluso –“dejadme soñar”– de un millón de votos, para concluir que la obtención de un resultado semejante era la vía más rápida y eficaz para cortar de raíz las intenciones del tripartito, pues nadie podrá plantear cambio institucional alguno en el Congreso de los Diputados hablando en nombre de Cataluña sin contar con el PPC. Recordó que los secesionistas que manejan el gobierno de la Generalidad tienen un diputado y el PPC, doce. “Ellos podrán crecer hasta dos o hasta tres, pero nosotros lo haremos hasta trece o catorce”.
 
Así están las cosas a dos meses de las generales. El destino ha querido asignarle a Josep Piqué, con independencia de quién sea el cabeza de lista por Barcelona, la tarea histórica de abortar la deriva anticonstitucional. Si pone a su partido como segundo en Cataluña o crece ligeramente respecto a 2000, los días de vino y rosas de Maragall-Carod habrán terminado antes de empezar.
 

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