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Juan Carlos Girauta

Repercusiones internas del referéndum

Combínense las anteriores posibilidades: sí o no con alta o baja participación. El PSOE siempre gana, el PP siempre pierde. Esas son las cartas de Rodríguez.

Está muy bien que el presidente Rodríguez se muestre tan agresivo con el PP desde el inicio de campaña porque está anticipando las conclusiones que extraerán los socialistas la noche del día 20: si la participación es baja, será culpa de los populares, que han mostrado poca convicción y han transmitido un mensaje ambiguo que la derecha no ha podido interpretar unívocamente, disuadiéndola de participar; si la participación es alta, será un triunfo del gobierno, que no sólo ha sabido movilizar a la población sino que se ha colocado a la cabeza del europeismo en la Unión; si gana el no, será culpa del PP, que al pedir el sí por la boca pequeña y realizar una campaña discreta al margen del PSOE ha traicionado una causa superior por mezquinas razones internas; si gana el sí, Rodríguez habrá sido confirmado por aclamación, se olvidarán las luctuosas circunstancias de su accidentado acceso al poder, se habrán borrado las sombras. Combínense las anteriores posibilidades: sí o no con alta o baja participación. El PSOE siempre gana, el PP siempre pierde. Esas son las cartas de Rodríguez.
 
Como quiera que el error de Rajoy al apoyar el sí de buenas a primeras ya no tiene vuelta atrás, convendría analizar la situación con cuidado. El mismo día en que el líder popular se alineó en este asunto con el gobierno, el ex presidente Aznar llegó todo lo lejos que pudo en el sentido contrario: pidió reflexión. Aun solicitando el voto favorable, el PP no ha dejado de señalar algunas carencias del tratado, ni ha dejado de criticar la impericia negociadora del nuevo gobierno, ni de denunciar la manipulación de la campaña institucional. Paralelamente, desde medios liberales y conservadores muchos hemos reclamado que se le dé al gobierno el tratamiento que merece quien se dispone a utilizar descaradamente la idea de Europa para consolidarse internamente. A la vez, hemos argumentado en contra del tratado en sus propios términos. No hace falta volver a las ideas centrales, que están recogidas en este medio.
 
Llegados a este punto, la cuestión es cómo enfrentarse a la segura manipulación de los resultados, cómo devolverle al PSOE la factura que está a punto de presentarle al PP pase lo que pase y cómo emitir una factura nueva y onerosa: era un plebiscito y lo han perdido (sea porque gana el no, sea por la más que probable baja participación). La peor forma de abordar el asunto es la de Vidal-Quadras, de quien me duele discrepar, aunque cada vez menos. El vicepresidente del Parlamento Europeo incurre en el error (o tiende la trampa) de relacionartodoel voto contrario con la estrategia de los que quieren romper la Constitución Española. Él sabe que no es cierto, que el peso de ERC en el conjunto de España es insignificante, que el referéndum es de ámbito español y que su interpretación será nacional. ERC no tiene por qué capitalizar nuestras papeletas cuando lo contrario es mucho más fácil.

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