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Juan Manuel Rodríguez

A dos metros bajo tierra

Este Real Madrid está a dos metros bajo tierra. No tiene fútbol. No tiene ganas. No tiene carácter. No tiene nada de nada. Requiescat in pacem.

No sé por qué (está bien, sí lo sé), viendo las imágenes de Juanjo Maqueda, Juan Ramón López Caro y Miguel Porlán "Chendo", tan trajeados los tres, sentaditos en el banquillo, me vino instantáneamente a la cabeza la exitosa serie de la HBO "A dos metros bajo tierra". Primer entrenador, segundo entrenador y delegado me recordaron a los Fisher, la peculiar familia propietaria de una empresa independiente de pompas fúnebres. Juanjo y Juanrra esperando tranquilamente la llegada del juez para proceder al levantamiento del cadáver y llevárselo a "Fisher & Sons". Porque este Real Madrid está a dos metros bajo tierra. No tiene fútbol. No tiene ganas. No tiene carácter. No tiene nada de nada. Requiescat in pacem. Todavía resuenan en mis oídos las palabras de Caro tras el empate a un gol ante el Getafe: "los jugadores mostraron una actitud grandiosa". Recuerdo sus palabras y aún me sonrojo. ¿Grandiosa actitud? Grandiosa provocación la suya, sin duda.

Este Real Madrid de la grandiosa actitud y la no menos grandiosa tomadura de pelo fue por detrás del Málaga ("farolillo rojo" y prácticamente descendido a Segunda División) durante gran parte del partido. Y, cuando el empate a uno ya parecía definitivo, apareció la cabeza salvadora de Sergio Ramos, uno de los pocos que se han ganado a pulso seguir en ese equipo. 2-1 y de milagro. Durante gran parte del partido el Real Madrid, cuyo objetivo hace tiempo que quedó limitado a terminar segundo en la Liga para evitar así el impacto económico que supondría para el club no lograr la clasificación directa para la Champions, fue cuarto, por detrás de Barcelona, Valencia y Osasuna de Pamplona, exhibiendo un grandioso pasotismo, una grandiosa falta de interés, una dejadez grandiosa. Tras el gol agónico de Ramos, este Real Madrid acaba la jornada en tercera posición. Una clasificación grandiosa.

Hay que meter el bisturí. Decididamente. No ha de temblar el pulso. El presidente tiene que empezar a dar las gracias por los servicios prestados y comenzar cuanto antes el reparto de las cartas de despido. Porque el Real Madrid no es una ONG. Pero antes habrá que acabar esto como se pueda y, sinceramente, no tiene buena pinta. Estos no despiertan ni con palos, ni con zanahorias. Los viajes de Martín a Valdebebas son estériles. De todos es sabido que la mayoría de los jugadores de ese equipo tienen la misma mirada que las vacas cuando ven pasar el tren. Pónganse ustedes a explicarle a una vaca la importancia de la gira por Asia. Misión imposible. Y puede que sea, en gran medida, porque su banquillo recuerda a la empresa de pompas fúnebres de los Fisher. Procedamos, pues, al grandioso entierro de los galácticos. ¿Será por dinero? RIP, y a otra cosa.

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