Menú

Mientras escribo este artículo, en la Universidad de Palo Alto están trabajando con una cámara de descomposición de vectores que filman las carreras y las comparan con un patrón ideal de los ángulos de movimiento. ¿Objetivo?... No es otro que responder a la siguiente pregunta: ¿dónde está el límite de la velocidad humana? Y no sólo eso. El trabajo psicológico o el uso de "Oxyfresh", que ya emplearon hace tiempo los bailarines soviéticos para aumentar su resistencia mental, junto con la ingeniería genética o la manipulación de las fibras tipo IIX, (rápidas) que no necesitan oxígeno para contraerse y que abundan entre los velocistas, son sólo algunos de los métodos que se emplean para recorrer los cien metros lisos en el menor tiempo posible... ¿Existe un límite para la velocidad del hombre? Juan Ramón Jiménez escribió una vez lo siguiente: "si tienes prisa, ve despacio porque el único camino que realmente importa es el que conduce a ti mismo". Tim Montgomerie, el hombre más veloz de la tierra, tiene la ventaja añadida de que ya anduvo también ese otro camino.

Una centésima, la que va del 9,79 al 9,78, le concede a este atleta estadounidense el don de la visibilidad. Hasta ahora era invisible, siempre a la sombra de Mo Greene, acusado de falta de personalidad y del glamour necesario para ser la pareja de la bellísima Marion Jones. De repente el poder ha cambiado de manos y a Montgomerie ya le ven. El primero que va a tener que graduar su vista es el polémico John Smith, entrenador jefe de la Universidad de California y "gurú" del grupo Handling Speed Intelligently (Manejo Inteligente de la velocidad), responsable directo de la carrera de Maurice Greene, Ato Boldon, Jon Drummond o Inger Miller. En los Juegos de Sydney, Smith -por otro lado, un visionario- curiosamente no vio a Montgomerie, apartado de la final del 4 por 100 en beneficio de sus propios discípulos. Tim calló y esperó a que llegara su momento.

El poder absoluto del clan de los velocistas se traslada de Los Angeles hasta Carolina del Norte, y ya no pertenece al ex jugador de los Dallas Cowboys y sus chicos del HSI sino a Trevor Graham, el mismo entrenador que recuperó a Marion Jones para la velocidad allá por 1997. Y de nuevo idéntica pregunta: ¿el hombre puede ser más rápido, alcanzar los 9,50, los 9 segundos o incluso menos en la distancia de cien metros lisos?... El auténtico "hijo del viento", el inigualable Carl Lewis, "sólo" pudo llegar a los 9,86. Eso ocurrió en el año 1991. Desde entonces velocistas peor dotados que él -y estoy hablando de Leroy Burrell, Bruny Surin o incluso Donovan Bailey- han ido rebajando ese tiempo, centésima a centésima. Nadie ha sido nunca tan rápido como Tim Montgomery, depositario, hasta que le llegue el relevo, de esa centésima milagrosa que otorga la visibilidad al hombre capaz de rebajarla.

En Deportes

    0
    comentarios