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Juan Manuel Rodríguez

A los árbitros españoles les va la marcha

"Honda meditación" merecería sin duda, parafraseando al maestro, el hecho de que, para festejar su día por todo lo alto, los árbitros pitaran casi el doble de penaltis que en cualquier otra jornada de Liga y acabaran expulsando a diez jugadores.

Estoy pensando qué diría hoy Wenceslao Fernández Flórez sobre este invento del "Día del Arbitro" que se han sacado de la manga. No es que el periodista coruñés se caracterizara precisamente por su excesiva amabilidad mientras ejerció como cronista deportivo, no. Aunque también, es justo es reconocérselo así, hizo alarde de su tremendo ingenio para redefinir algunos de los lances que se producen en el transcurso de un partido de fútbol. Por ejemplo, a aquella extraordinaria jugada que, debido a la mala suerte o bien porque el balón terminara estrellándose en un poste o en el larguero, no acabara en gol, la bautizó como "vicegol". Ángel Cappa, por cierto, utilizó esa palabra en varias ocasiones durante su etapa como segundo entrenador de Jorge Valdano en el Real Madrid.

Indudablemente, a Fernández Flórez siempre le atrajo mucho más el mundo del toreo que el del fútbol. En una ocasión dijo que en el fútbol no se podía encontrar un sólo tema de honda meditación, mientras que en el toreo eso sí era posible. Pero me da en la nariz que el "Día del Arbitro" habría levantado el apetito reflexivo de don Wenceslao. Una vez tuvo la atrevida ocurrencia de proponer que los árbitros fueran "aquellos hombres que hubieran fracasado en cargos públicos". Su justificación era que así podrían redimirse de sus culpas. Fernández Flórez tendría suficiente material para un libro entero si de repente decidiera levantar la cabeza y comprobara que los árbitros del siglo XXI no sólo no deben redimirse de nada sino que además cobran un auténtico pastón, protagonizan campañas de publicidad en televisión y radio, ningunean a la prensa y los equipos terminan haciéndoles el pasillo al principio de los partidos.

"Honda meditación" merecería sin duda, parafraseando al maestro, el hecho de que, para festejar su día por todo lo alto, los árbitros pitaran casi el doble de penaltis que en cualquier otra jornada de Liga y acabaran expulsando a diez jugadores entre el sábado y el domingo. Clausuramos la fiesta del "Día del Arbitro" con un incremento del 66,6% de penaltis y un 157,73% de futbolistas expulsados. No estoy diciendo con esto que los árbitros tuvieran que ser más blanditos o mirar hacia otro lado para contentar a los aficionados que les organizaron la fiestecita de marras, pero es como si se hubieran conjurado todos para que fueran a dedicarle otro día a su tía la del pueblo. Parece que lo de los niños vestiditos de colegiado ni les enterneció ni provocó su vocación paternal. Y es que hace mucho tiempo que tengo dicho que a los colegiados españoles les va la marcha. La marcha de Wenceslao.

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