En castigo porque el sábado pasado los aficionados que se dieron cita en el estadio Vicente Calderón pitaron mientras sonaba el himno eslovaco, la federación de fútbol de aquel país ha decidido llevarnos a jugar la vuelta a las arenas movedizas de Bratislava, un campo que en España no pasaría el "corte" de la Tercera División. Supongo que, tras la "manita" del sábado, algo tendrían que alegar los eslovacos, pero... ¡lo del himno!... Me parece que nos estamos pasando un poquito de correctos. ¿Erradicar la violencia?... Sí. ¿Evitar que se produzcan gritos racistas?... También. ¿Impedir que doscientos majaretas campen a sus anchas e intimiden al resto?... Desde luego. Pero, ¿no pitar durante un himno?... ¿Qué tendrían que haber dicho, entonces, los suizos, recibidos a "huevazo" limpio en Turquía?... Lo más elegante que les dijeron fue "bienvenidos al infierno".
A este paso tendremos que ir todos al fútbol como si acudiéramos a una audición de "L'elisir d'amore" de Donizetti... "Usted primero"... "No, por favor, primero usted"... "Le apetece, caballero, un poquito de este bocadillo de boquerones que me ha preparado en casa mi señora"... "¡Cáspita, me encantaría, ciertamente!"... Y como Luis Aragonés –a quien la prensa inglesa le buscó en su día las cosquillas con aquel asunto de Reyes para poder descalificar a gusto la candidatura olímpica madrileña (por cierto, salió Londres) y tildarnos a todos los españoles de racistas– ya no quiere más líos con nadie resulta que ahora pide perdón "en nombre de la Federación, de los jugadores y personales", cuando la afición española no hizo nada que no hagan todas y cada una de las aficiones que hay repartidas por el mundo. Si por algo tendría que haber pedido perdón Luis "en nombre de la Federación, de los jugadores y personales" es por habernos tenido a todos en vilo hasta el último suspiro. Supongo.