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Juan Manuel Rodríguez

Al "Monumental" se llegó por el puerto

Pura casualidad. Unos cajones apilados en el puerto de Buenos Aires con material destinado a la construcción del “Dique 3”, cercano al campo de fútbol donde jugaban Los Rosales y Santa Rosa, dieron nombre y apellido al club de fútbol que ahora acaba de cumplir su primer centenario de existencia. Los dos equipos del barrio de La Boca decidieron unir sus fuerzas; alguno de sus jugadores pasaría entonces por el puerto colindante y leyó: “River Plate”. ¿Y por qué no? Ya tenemos nombre. Así de fácil. River se llama River porque el dique estaba en obras y porque un futbolista de barrio giró en ese momento la cabeza, camino del entrenamiento vespertino, y leyó: River Plate. No suena nada mal. Lo comentaré con los muchachos.

Hoy River ya no juega en el viejo campo de arena del barrio sino en el estadio Antonio Liberti, conocido universalmente como el “Monumental”. A los campeones argentinos del siglo XX (29 Ligas le avalan muy por delante de Boca Juniors) les llaman “millonarios” porque, allá por los años 30, hicieron trizas la barrera económica para contratar a Carlos Peucelle y Bernabé Ferreyra. Una década más tarde la delantera que formaron Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau fue reconocida mundialmente como “la máquina”.

Desafortunadamente para todos los amantes del buen fútbol los clubes de Argentina, hoy por hoy, están en clara inferioridad con los europeos. La rapiña deja habitualmente en los huesos a River o Boca, puestos entre la espada de la venta de sus estrellas y la pared de la inanición. Me gustaría ver un Mundial de Clubes de verdad (no la patochada del Mundialito) pero con todos en igualdad de condiciones. ¿Por qué digo esto? No hay más que echarle un ojo a la lista de futbolistas formados en River y que hoy triunfan en Europa: Hernán Crespo (Lazio), Pablo Aimar (Valencia), Marcelo Gallardo (Mónaco), Matías Almeyda (Parma), Santiago Solari (Real Madrid) y muy pronto Saviola (¿Barcelona?).

Del River salieron Alfredo di Stéfano y Enrique Omar Sívori; también Oscar Mas, “Beto” Alonso, Ubaldo “Pato” Fillol, Claudio Caniggia, Ramón Díaz o Daniel Passarella. Si Los Rosales no hubieran querido abrazarse a Santa Rosa, o si aquel jugador hubiera mirado hacia otro lado al pasar por el puerto, River no sería hoy River y a lo mejor la historia del “deporte rey” se habría escrito de forma diferente. Gracias a Dios todo concluyó bien: me imagino que el dique acabaría por construirse y en el siglo XXI River Plate continúa siendo uno de los clubes de fútbol más grandes de la historia. Comeremos perdices.

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