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Juan Manuel Rodríguez

Alí-Foreman, el día que rugió Kinshasa (I)

Clay supo hacerle sobre la marcha, de forma instintiva y absolutamente genial, un traje a la medida de aquel inmenso y rocoso armario ropero

César Vidal, "fan" confeso de Cassius Marcellus Clay, me dijo el otro día en "La Linterna" de la Cadena Cope que el gran Alí le había decepcionado un poco el día del famoso combate de Kinshasa. César, como todos los buenos aficionados al boxeo, esperaba que Clay bailara sobre el ring, demostrase su destreza ante el todopoderoso George Foreman, el "enterrador" de Joe Frazier y Ken Norton. Siento diferir de él, pero yo, sin embargo, creo que el valor único e irrepetible de aquel combate radicó precisamente en que Clay supo hacerle sobre la marcha, de forma instintiva y absolutamente genial, un traje a la medida de aquel inmenso y rocoso armario ropero.

Todo el mundo esperaba que Alí bailara. Él mismo esperaba poder bailar justo antes de encontrarse de frente ante aquel inmenso "gurú del cuerpo". Alí preguntaba "¿Qué voy a hacer esta noche?", y Angelo Dundee respondía "vas a bailar, Muhammad, esta noche vas a bailar"... "¿Qué voy a hacer esta noche?", insistía Alí, y el resto de su equipo cantaba a coro "Bailar, Muhammad, vas a bailar"... ¿Y por qué no bailó Muhammad Alí aquella noche? Puede que lo más sensato fuera pensar que Alí se dio cuenta de que ya no tenía las piernas necesarias para poder hacerlo. Quizás si pudiera bailar ante un "paquete", un boxeador desconocido, alguien que se dejara intimidar, pero George Foreman era el campeón mundial de todos los pesos. Quien se limite a ver ahora, treinta años después de aquello, al bondadoso y sonriente Foreman, al Foreman vendedor de "grills", no entenderá a qué me refiero exactamente. Foreman llegaba al combate de Zaire después de reventar a Frazier, y Frazier era cualquier cosa menos un angelito. Puede que Alí pensara que no podría bailarle a Foreman y entonces llegara a la conclusión de que tendría que noquearle en el primer asalto, buscando el "factor sorpresa". ¿Cómo lo hizo?

Si nos damos cuenta, en el primer asalto Alí hace algo absolutamente inusual entre profesionales de esa categoría: empezó a sacarle repetidas guardias de derecha. Eso es una provocación, un insulto al rival, algo así como decirle "eres demasiado lento para mí, no me sirves ni siquiera como sparring". Al sacar una guardia de derecha estás dejándole al otro boxeador un ángulo lo suficientemente claro como para que te llegue fácilmente con un gancho de izquierda. Alí llegó al rosto de Foreman hasta en doce ocasiones distintas con su directo de derecha a lo largo de aquel primer asalto, pero no sólo no logró mandarle a la lona sino que le enrabietó mucho más que al principio. ¿Qué hacer entonces? Estaba claro que no podía bailar, y tampoco le había noqueado. Y ahí Alí volvió a demostrar su genio táctico...

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