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Juan Manuel Rodríguez

Asalto al jardincito de Roger

Hace cinco años que el suizo plantó allí unos cuantos árboles, hizo un huertito, puso rosas y trepadoras, un estanque, unas rocallas, iluminó la zona, plantó siete enanitos de escayola e instaló una barbacoa para invitar a sus amigos los fines de semana.

La pista central del All England Lawn Tennis and Croquet Club es conocida sarcásticamente desde hace algún tiempo como el jardincito de Roger. Hace cinco años que el suizo plantó allí unos cuantos árboles, hizo un huertito, puso rosas y trepadoras, un estanque, unas rocallas, iluminó la zona, plantó siete enanitos de escayola e instaló una barbacoa para invitar a sus amigos los fines de semana. Más que a las tradicionales fresas con nata, la central de Wimbledon huele a las chuletas, chorizo y salchichas que Roger y Miroslava, su novia, preparan al lado de la piscina, construida en lo que antiguamente dio en llamarse la "Colina de Henman". Bjorn Borg, sin duda el tenista más completo de la historia, afirmó el otro día que Federer es técnicamente el mejor jugador de todos los tiempos. Y es cierto. A nadie en su sano juicio se le habría ocurrido jamás acercarse a la valla electrificada que protegía el jardincito de Roger, más pendiente de igualar el record de Borg que de otra cosa. A nadie, naturalmente, salvo a Rafa Nadal.

Nadal, que anda a su vez construyéndose un chalé de tres pisos en la central de Roland Garros, nunca quiso entender eso de que la hierba fuera para las vacas. Rafa, un jugador en permanente progresión, se negó a admitir la existencia de una traba genética que impidiera jugar (y ganar) a los españoles sobre la hierba. El año pasado llamó con educación a la puerta del jardincito de Roger y éste le despidió con cajas destempladas. No eran aquellas horas para ir de visita, y mucho menos sin avisar con antelación. Federer ya estaba en pijama y Miroslava tenía puesto el picardías. Funcionaba el aspersor y la nevera estaba vacía. Supongo que Nadal llegaría entonces a la conclusión de que si quería el jardincito de Roger tendría que asaltarlo por la fuerza.

Si yo hubiera sido uno de los privilegiados asistentes a la final de Wimbledon de 2007 conservaría para siempre el ticket del partido. Porque el 8 de julio de 2007 fue el día elegido por Nadal para asaltar el jardincito de Roger. Probablemente Federer siga siendo técnicamente el mejor tenista de la historia, pero ahora ya conoce que Nadal aprende rápido y que ha limado tanto las diferencias existentes entre ambos que para detectarlas hay que mirarlas a través del microscopio. Rafa se ha aprendido de memoria las reglas de Wimbledon: agresividad, saque y volea. Ha llegado a la hierba para quedarse. Vistas por el microscopio, como decía, las diferencias entre Roger y Rafa quedaron reducidas al sexto juego del quinto set. Por lo demás, Nadal advierte: el jardincito tiene un nuevo vecino.

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