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El otro día subí andando los cuatro pisos hasta llegar a mi casa. Hito mundial. El primero fue un paseo militar. El segundo pasó con la propia inercia del primero. En el tercero empecé a pensar cuándo llegaría, por fin, el ansiado cuarto. Y en el cuarto, y antes de tocar el timbre, me paré sin resuello, con estertores de parturienta, rojo y desinflado. "¿Has subido andando?... Eso te viene bien"... "Eso" me vino francamente mal, y recordé los tiempos en que no me habría costado subir al último piso, jugar un partido de fútbol y bajar de nuevo corriendo como si nada. Dice un famoso slogan publicitario que "no pesan los años sino los kilos", y será verdad. Generalmente relacionamos la práctica deportiva con cuerpos de infarto, pero yo estoy harto de cruzarme todos los días con practicantes de "sumo" haciendo footing, braceando, buscando aire o pedaleando, justo al contrario de como lo haría Melchor Mauri, en una bicicleta que se les queda pequeña. La publicidad ha logrado que identifiquemos "deporte" con galanes de cine, armarios empotrados con ojos azules, "hombres con tetas" como diría Tom Wolfe. Y no es así. Ahí está el caso de Vasili Alexeyev.

"La Grúa Humana" medía 1,86 metros y pesaba 160 kilos. Su cintura tenía 1,21 metros de perímetro, aunque lo que más rápidamente captaba la atención de la gente era su extraordinaria barriga. Cuenta le leyenda que era capaz de desayunarse una tortilla de 26 huevos en el mismo tiempo que se persigna un cura loco, y que habitualmente almorzaba seis bistecs. Alexeyev habría sido considerado por cualquiera como una bola de sebo, y sin embargo fue un campeonísimo del levantamiento de peso. Hasta el punto que algunos de sus registros continúan imbatidos: diez campeonatos del mundo, otros tantos de Europa y 82 récords mundiales (el de dos tiempos estuvo en su poder durante veinte años). El "tío Vasili" fue el primer hombre en superar los 600 kilos en total olímpico, llegando a los 645. Sin embargo el éxito de Alexeyev no radicaba en su inigualable fuerza sino en su depurada técnica. Curioso ¿verdad?

"El Oso ruso" le costó un pastón a la ex URSS. El Ministerio de Deportes premiaba con mil rublos cada récord mundial, y él -como le sucedía a Sergei Bubka en la pértiga- era capaz de batirlos casi gramo a gramo, dosificando el esfuerzo. Cuando llevaba 40 plusmarcas mundiales accedió a "rebajar" el precio a 500 rublos. Hoy Vasili Alexeyev -oro en Munich'72 y Montreal'76- vive alejado de todo, tranquilo con su esposa Olympiada. Dios los cría y ellos se juntan. Su barriga XXL no fue un impedimento para su carrera deportiva. Aún tengo esperanza. Por lo menos a él no le pesaron los kilos.

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