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Juan Manuel Rodríguez

Camacho, prisionero de Zenda

Hay un entrenador sentado en el banquillo de la selección española de fútbol que se parece mucho a José Antonio Camacho. Me viene a la memoria la historia del prisionero de Zenda, aquel hombre que era igualito que el heredero de la Corona de un país centroeuropeo y a quien emplearon para sustituirle. Ante la épica cita que representa el partido contra el todopoderoso equipo de Liechtenstein, éste Camacho, el del mes de marzo de 2001, ha decidido sacar todos sus mecanismos de defensa contra los medios de comunicación. He llegado a pensar que el Camacho de Valencia sea en realidad Javier Clemente disfrazado, y que todo haya sido una operación diseñada por Ángel Villar para mantener en el puesto al técnico vasco. ¿Dónde estaría el genuino Camacho entonces? ¿Narcotizado y desempeñando el papel de Clemente en el Olympique? En todo caso sería una buena explicación para el desastre galo.

En fin, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, el seleccionador se ve aquejado del "síndrome de La Moncloa" que, aplicado al fútbol, podría redefinirse como "síndrome de Alberto Bosch". Es esta una dolencia por la cual uno acaba teniendo un acentuado sentimiento de persecución, de incomprensión por parte de casi todo el mundo (excepción hecha de sus colaboradores, amigos y seleccionados). El sopitipando te conduce hacia el aislamiento, primero, y al colapso después. Ahogamiento, malestar general, dolor de cabeza. ¿Cómo es posible, si no, que José Antonio quiera convencernos de la dificultad de Liechtenstein? Lo que es peor, ¿cómo es capaz de decir que las críticas se producirán ganen o pierdan? Ahora va a resultar que Camacho va a ser un Rambo acorralado, cuando la prensa ha tenido un trato exquisito con él.

Camacho supuso una bocanada de aire fresco al frente de la selección. Debutó en el cargo el 24 de septiembre de 1998, venciendo por un gol a cero a la selección rusa. El sábado, por tanto, cumplirá dos años y medio como máximo responsable del equipo nacional. Y en todo este tiempo, ¿qué? Un primer impulso esperanzador; luego una fase de clasificación brillante (España marcó más goles que nadie) para terminar con el batacazo de la Eurocopa. Poco más.

¿Se le ha exigido algo imposible a Camacho? En absoluto. Pep Guardiola acaba de decir que a nuestra selección le falta un sello personal; pregunto, ¿ese sello lo tenemos que poner los periodistas o el seleccionador nacional? Es verdad que España no ha logrado éxitos internacionales relevantes salvo el Campeonato de Europa de los 60 o la medalla olímpica de Barcelona, pero no debe ser una excusa ¿o sí debe serlo?

Lo peor del caso es que el proyecto muestra notables síntomas de agotamiento. Parece como si hubiera acabado un ciclo a poco de empezar y estuviéramos hablando de todo menos de fútbol. ¿Quién ataca a la selección? Como entrenador me gustaba más el Camacho del 98; y como prisionero de Zenda me quedo con Ronald Colman.

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