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Joseph Blatter llega tarde otra vez, en concreto cien años. En una entrevista concedida a la revista France Football, el presidente de la FIFA reconoce que "hay crisis porque existe demasiado fútbol". El máximo organismo del fútbol mundial (y no sólo desde que lo preside el suizo, sino desde luego también con el brasileño Joao Havelange, la época en la que el fútbol se transformó en un mero negocio) ha exhibido la misma soberbia y experimentado idénticos errores en su comportamiento que el resto de "macro organizaciones" o "super estructuras" en las que, al final, lo único importante es preservar las parcelas individuales del poder. Si ahora Blatter, el cofrade mayor, decide desnudarse en público es sólo porque la marea es insostenible. Por eso y quizás también porque acaba de renovar su mandato para los próximos cuatro años y se puede permitir el lujo de decir toda la verdad.

Ya lo formuló (Internet le permite a uno estas pequeñas pedanterías intelectuales) allá por 1870 el economista británico Fleeming Jenkin: "si la oferta total aumenta el precio cae, y si la demanda total aumenta, el precio sube". O, lo que es lo mismo, "la avaricia rompe el saco". Desconozco si los "fontaneros" de la FIFA han estado trabajando en la sombra, pero por los resultados no lo parece. Hay más competiciones, más equipos y partidos televisados durante, al menos, cinco días de la semana (martes y miércoles, Champions League; jueves, Copa de la UEFA; sábado y domingo, Liga). El análisis de Blatter es a posteriori y, sinceramente, muy poca cosa para venir del "sumo sacerdote" de la todopoderosa FIFA.

Y más de Jenkin, que también decía que "el precio a largo plazo depende fundamentalmente del gasto de producción". Los clubes de fútbol han querido estrangular a las televisiones convirtiendo las transmisiones de sus partidos en auténticos productos de lujo. Aquello ha sido "pan para hoy y hambre para mañana" porque ahora las teles han recapacitado -atrás queda el rocambolesco episodio de los derechos huérfanos del pasado Mundial dando tumbos por ahí- y piensan vengarse con creces.

Es curioso porque Blatter reniega por un lado de los ochenta partidos que deben disputar algunos futbolistas (con el claro perjuicio al espectáculo que ello supone), pero hasta hace bien poco él era el mayor valedor de organizar Mundiales cada dos años. El fútbol ha sido con diferencia el deporte más popular del siglo XX, pero la fidelidad no es eterna. De cómo trabajen sus responsables en el futuro dependerá que ese "reinado" se extienda o no en el tiempo.

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