Menú

Desde que el autor americano de "best sellers" Michael Crichton los popularizara en su "Parque Jurásico", los genes han pasado a ser material bélico y no hacemos más que echárnoslos los unos a los otros a la cara, como si hubiera genes de primera y genes de segunda, y como si el mapa genético fuera como la "Guía Campsa" que se puede completar en cualquier gasolinera justo ahí, al lado del último recopilatorio del Fary. Y no, el gen es mucho más serio que todo eso, aunque hayamos sido los seres humanos, con nuestra insaciable curiosidad, quienes lo hemos complicado todo. Nosotros no lo veremos, pero seguro que dentro de tres siglos los padres irán al médico y elegirán a su hijo como hoy nos decidimos entre un helado de dulce de leche con caramelo u otro de chocolate belga. "Nuestro hijo será rubio, con los ojos azules, medirá un metro ochenta centímetros y será piloto de Fórmula Uno"... ¡Anda, como David Coluthard!...

A raíz de la prueba que llevará a cabo la estadounidense Sarah Fisher, su compañero de escudería, el referido David Coulthard, le echa en cara a la piloto la ausencia de no se sabe bien qué gen que él posee pero ella no. "El pilotaje de competición es una cuestión genética. Sólo hay que recordar que a los niños se les regala un tractor, y a las niñas, en cambio, se les regala la típica muñeca". Tengo que reconocer que las manifestaciones de Coulthard me han conducido a un callejón mental sin salida. A mí nunca me regalaron un tractor, -ni siquiera uno de color amarillo, que es lo que se lleva ahora- ni tampoco una muñeca. Entonces... ¿qué soy yo, Dios mío?... ¿En qué me he convertido?

Lo que comenta el piloto de Mc Laren entra en clara colisión con lo que manifestó en su día el histórico Nikki Lauda. Este se atrevió a decir que para conducir los actuales monoplazas servía cualquiera, incluso un mono. ¿Quiere eso decir que a los monos cuando son pequeños también les regalan tractores?... El caso es que yo estoy convencido de que ser piloto de la Fórmula Uno no depende de los genes, sino que es una cuestión de cerebro. El de Coulthard parece ser bastante liviano, ligero al peso y con un contenido ciertamente "light". Lo suyo ha sido uno de esos "¡Vete a la cocina guapa!" que, sin tanta parafernalia científica y fuera de los circuitos profesionales, debemos aguantar todos los días. Sólo espero que Sarah le pegue algún día una buena pasada y que, en la línea de meta, le regale una muñeca así de grande.

En Deportes

    0
    comentarios