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Juan Manuel Rodríguez

Desde el corner del All England Club

Cuando entras por primera vez en el All England Lawn Tennis and Croquet Club te das cuenta de que accedes al templo del tenis. Desconozco el efecto que habrá producido en otros "abducidos", pero a mí me entraron unas ganas locas de bajar corriendo a la pista y empezar a pelotear con el primer desconocido que me encontrara. Imposible. Lo más cerca que puedes estar de la mítica "central" es desde un corner; allí, en un silencio semejante al que embarga a aquellos que entran por primera vez en la ciudad de Venecia, la gente observa y trata de oler la hierba que un grupo de expertos jardineros cuidan a base de humidificadores, manteniendo el manto verde a la misma temperatura durante los 365 días del año. No exagero lo más mínimo respecto al sigilo: si acaso un aislado "clic" fotográfico, algún carraspeo o el sonido de unas zapatillas al arrastrarse por el suelo. Poco más.

Adoro Wimbledon porque trata de conservar intacto el espíritu que hizo grande al tenis. Ahora parece que todo vale –pudimos apreciarlo hace bien poco en Roland Garros con aquellos saltitos compulsivos de Gustavo Kuerten y el apoyo esquizofrénico y bobalicón de los franceses– pero en Londres siguen luchando contra el costumbrismo de finales del siglo XX. Será difícil que en la central se aplauda el fallo de un jugador o que alguien dispute un partido en pijama o con traje de buzo. Es complicado que alguien se salte la tradición de la educación.

En el mejor torneo del mundo, Pete Sampras, el jugador más grande de la historia (la antítesis de "Guga") podría anunciar su retirada en caso de alcanzar la final y ganarla. Hasta la fecha ha conquistado en siete ocasiones Wimbledon, siendo campeón en otras cuatro del Open de Estados Unidos y dos veces más del Open de Australia. No es sólo que haya sido el tenista que más veces ha ganado en Londres (Borg lo hizo "sólo" en seis ocasiones consecutivas) sino que pocos alicientes puede tener ya a estas alturas el genial tenista americano. Yo querría que Tim Henman, un jugador que posee muchas de sus virtudes, fuera su sucesor, aunque no sé si lo conseguirá.

Salvo el éxito de la fugaz Conchita Martínez, los españoles no han visto nunca con buenos ojos el campeonato inglés. Lilí Alvarez y Arancha Sánchez Vicario también trataron en vano de dominarlo, pero Wimbledon –como todo en la vida– tiene su "punto". Y si no, que le pregunten al ejército de cuidadores de la pista central del All England Lawn Tennis and Croquet Club.

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