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Juan Manuel Rodríguez

Diccionario "futbolista-español"

No se crean ustedes que resulta sencillo entender a un futbolista; como los diplomáticos o los informáticos, ellos también emplean un lenguaje especial que hay que saber descodificar porque de lo contrario corres el serio peligro de no enterarte de nada. Por ejemplo, cuando un jugador de fútbol dice: “El vestuario está con este entrenador lo mismo que estuvo con todos los anteriores”, el técnico de turno ya puede ir haciendo la maleta porque el “sanedrín” le está haciendo la cama. Si, por el contrario, sale el más veterano y asegura lo siguiente: “Los jugadores somos los únicos culpables de esta situación”, puede significar dos cosas: una, que el entrenador sea un pelele a quien manejan los capitanes o, por el contrario, que efectivamente la plantilla respalda al “mister”.

Otro ejemplo: cuando un entrenador toma algunas decisiones polémicas y sale un jugador y dice lo siguiente: “Aquí hay un máximo responsable que es quien hace la alineación”, malo para el técnico; quiere decir en realidad: “machote, tú sabrás lo que más te conviene”. Sin embargo si, tras esa misma decisión polémica, sale el jugador y dice: “Este equipo tiene magníficos jugadores y creo que cualquiera puede salir al terreno de juego”, eso quiere decir que, por el momento, no piensan apretarle las clavijas al entrenador.

Hay quienes aplican a este lenguaje cierto tono poético. Pongamos por caso al defensa brasileño del Real Madrid, Roberto Carlos. Salió el otro día diciendo que estaba falto de cariño. Así, de sopetón, en principio no supe a qué se estaba refiriendo; menos mal que soy un hombre precavido y llevaba conmigo una edición de bolsillo del diccionario “futbolista-español, español-futbolista”. Busqué por la “c” de “cariño”... Cariño, cariño, aquí está: “Cariño, ausencia de”: “El futbolista quiere que le suban la ficha”. Yo, que en el fondo soy un romántico, pensaba que R.C. pretendía que Del Bosque le diera un beso en la calva antes del inicio de cada partido, pero no, lo que quería en el fondo era más dinero, más “pasta”, así de simple.

Algún día hablaré del diccionario “directivo-español, español-directivo” porque también tiene su miga. Por poner sólo un caso: cuando un directivo dice “este consejo de administración está más unido que nunca, formamos todos una piña”, lo que quiere decir en realidad es que el presidente se ha quedado más sólo que la una y que, quien posee la mayoría de acciones, le ha dado un mes de plazo para que presente su “dimisión por motivos estrictamente personales”. Y en realidad tendrá toda la razón del mundo porque no existe un motivo más personal que a uno le acaben dando una patada en el trasero.

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