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Una cosa es el deporte del fútbol, y otra bien distinta el negozuelo que se ha montado en sus alrededores. De ese negociado son principales beneficiarios los intermediarios, entrenadores y futbolistas, algunos de los cuales se manejan con tal descaro por la vida que ya resulta imposible pararles los pies. Hay intermediarios que se las dan de catedráticos de física cuántica por la Universidad de Harvard, y entrenadores que te gluglutean a la cara como si fueran gallipavos en celo. En cuanto a las especies de futbolistas, son éstas variadísimas yendo desde el filósofo hasta el "hortera-pera", pasando por el chispoleto que sabe exactamente de qué va la historia y afila el ingenio para sacarle partido. El jugador Elvir Baljic pertenecería, casi con total seguridad, al último grupo, con importantes ramalazos del segundo. Y el cruce entre horterilla y chispoleto es el más peligroso de todos.

Ha venido el bosnio a nuestro país para descubrir el crimen perfecto, aquel en el que uno sale impune haga lo que haga. Él mismo ha declarado lo siguiente: "¿Cómo se demuestra un dolor de cabeza?". Complicado. Sin embargo sí es demostrable su inadaptación (era un extraño) al vestuario del Rayo Vallecano, y la fuerte bronca que sostuvo con su entrenador poco antes del partido contra el Tenerife. Su equipo se jugaba la vida, a pesar de lo cual Baljic no tuvo el más mínimo empacho en decir que él había venido al Rayo para jugar. Jugar, jugar, lo que se dice jugar, "Elvirito" sólo lo ha hecho en la Liga de chicle de Turquía.

¿Responsable de la adquisición de este "paquete-bomba deportivo"? El señorito John Toshack. J.B. hipnotizó a Lorenzo Sanz hasta tal punto que éste se tiró a la piscina y aseguró que era una copia de Rivaldo. No había agua. Al verle tuvo que rectificar y dijo que se "parecía al futbolista brasileño". Y Baljic se parece tanto a Rivaldo como yo pueda hacerlo a Brad Pitt. Por la misma regla de tres que el sesudo Colegio de Entrenadores le pone a Luiz Pereira mil trabas para entrenar, debería sancionar de alguna forma a Toshack –que sí está presuntamente "doctorado" para ejercer su profesión– por recomendar un fichaje tan negado.

Pero en el negocio del fútbol todo el mundo gana. El entrenador se la coloca al modorro de turno. El intermediario cobra el diez por ciento del calabacín. Y el jeroz se dedica al "dolce farniente". Toshack juega al golf. El intermediario al squash. Y el futbolista dice que le duele la cabeza, la vieja excusa de siempre. La migraña es ahora para Jorge Valdano.

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