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Hace poco pude ver en la tele a una venerable ancianita que cumplía 107 años. La abuela desvelaba ante España entera su secreto para mantenerse tan lozana, y haber presenciado los últimos tres siglos. "Como de todo. Si hay patatas las como y si ponen lentejas las como también. Todo me sienta bien" ¡Increíble! ¡Y sin el AB Shaper o las cremas reductoras! ¡Y sin gingseng rojo coreano! Pensando sobre ello llegué a la conclusión de que probablemente a la viejita le había salvado su ingenuidad; la inocencia la había transportado por los siglos XIX y XX, y gracias a ella iba a conseguir hacer cumbre en el XXI.

Un futbolista del Deportivo de La Coruña cumple este sábado 38 años y le llaman ya el "abuelo de la Liga". Me parece una ofensa para la abuelita que se ha currado sus 107, y un tormento para mí que soy doce días mayor que el jugador de marras. Yo creo que a Donato ha tenido que salvarle también su ingenuidad. Desconozco si pertenece o no al álbum de leyendas urbanas, pero hay una que no me resisto a contarles. Una noche intervino en un programa radiofónico y, sincero como siempre, le dijo al periodista que la tele "estaba mala", que no funcionaba. Estuvieron un buen rato hablando hasta que llegaron a la conclusión de que Donato quería ver un canal codificado sin haberse abonado antes; lógicamente, no veía más que rayas en la pantalla. Digo yo que será precisamente esa inocencia la que habrá mantenido al brasileño del Depor alejado de las lesiones, y creciendo en su fútbol cada año desde que en 1988 llegara al Atlético de Madrid.

Ya no hay quien le quite el récord porque con sus 416 partidos en Primera es el jugador no nacido en España que más encuentros ha disputado en nuestra Liga. En trece temporadas ha conseguido tres Copas del Rey, dos Supercopas y el último campeonato nacional de Liga. Cuando le contrató Lendoiro, tenía 30 años y todo el mundo se llevó las manos a la cabeza; sin embargo al presidente deportivista volvió a funcionarle su sexto sentido.

Es el "abuelo" porque es el mayor (Songo'o, Sanchís o Nadal le siguen muy de cerca), y si el Depor tiene la fortuna de disputar la final de la Champions League habrá hecho añicos la marca de Ramallets que, allá por 1961, jugó la final con el Barcelona a la edad de 37 años. Y lo mismo que sostengo ante cualquiera que Raquel Welch está más guapa ahora que cuando tenía 20 años, estoy dispuesto a hacer lo propio con el fútbol de Donato. Viéndole jugar observo un montón de cualidades que no poseía ni por asomo aquel chaval que fichó Jesús Gil sobre la marcha. La veteranía es un grado. Es un consuelo ¿no?

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