Mariano García Remón estuvo descortés e inoportuno el otro día diciendo que dejaba al Real Madrid mejor de lo que se lo había encontrado. Aunque fuera cierto (que lo es, pero muy relativamente) colocaba en una situación francamente complicada a su socio José Antonio Camacho. Lo cierto es que, para ser justos y un poco más exactos, habría que decir que el Real Madrid de Camacho jugaba rematadamente mal al fútbol, mientras que el de Mariano García Remón sólo lo hacía muy mal.
Camacho, que huyó de aquel vestuario como de la mismísima peste, no fue tan atrevido como para sacar encima pecho, pero parece que ese no es el caso de García Remón. El Real Madrid amenaza con disolver otra sociedad que parecía diseñada a prueba de bombas puesto que, lógicamente, Camacho ha tenido que salir a la palestra para desmentir a su amigo.
Camacho y García Remón no se ponen de acuerdo, pero Arrigo Sacchi y Vanderlei Luxemburgo, que se conocen hace mucho menos tiempo, sí lo han logrado. Lo primero que dijo el italiano nada más llegar al club fue que él no era "un rey mago". Ahora Luxemburgo, preguntado por los seis minutos de marras que habrá de disputar contra la Real Sociedad, afirma que él es sólo un entrenador "y no un mago". Muy mal tienen que haberlo hecho Carlos Queiroz, José Antonio Camacho y Mariano García Remón para que quienes les han sustituido tengan que utilizar tantas veces la palabra "magia". ¿Es que un equipo con Zidane, Ronaldo, Figo, Roberto Carlos, Beckham, Raúl, Helguera o Casillas en su plantilla no tiene ya suficiente magia sobre el campo?