Menú
La cosa había degenerado tanto en los últimos días que, a la psicodélica propuesta de Juan Luis Larrea de volver a ofrecerle el puesto de seleccionador nacional a Javier Clemente, se unió la no menos simpática proposición de Jaume Roures de cedernos (nosotros somos España, y él es Cataluña) a su "Pichi" Alonso.
 
Los "ocho de Oxford" han tenido toda una semana para ir presumiendo por ahí con sus amigos, haciéndose los importantes o firmando autógrafos a los fans; ellos mismos -con manifestaciones como las de Larrea o Roures- se han tomado a cachondeo el papelón que les ha tocado desempeñar, pero, gracias a Dios, finalmente han elegido para el puesto a aquel que hubiéramos escogido cualquiera de nosotros sin ser presidentes de la AFE o de la Liga de Fútbol Profesional. Y aunque nuestra selección está profundamente herida sólo se ha perdido una semana con el jueguecito de Villar, siete días, ciento sesenta y ocho horas. Podría haber sido peor. Piensen por un instante que hubieran elegido a Floro.
 
Hubo un momento a lo largo de estos últimos siete días en que realmente llegué a creer que volverían a hacerle la cama a Luis Aragonés, pero, si así fue, alguien debió llegar a la conclusión de que resultaría demasiado evidente para todos que aquello estaba hecho adrede. Luis no me cae personalmente simpático y creo que va por ahí dando demasiadas lecciones y pidiendo muchos carnets a quien no debe. A mí no me "ruge" hace más de diez años porque opté por no entrevistarle sin más. Pero, a pesar de todo, he de reconocer que Luis Aragonés es nuestro nuevo Miguel Muñoz, un seleccionador de amplio consenso deportivo, social y mediático, el entrenador idóneo en estos momentos para encabezar una reflexión necesaria que tiene pendiente el fútbol español.
 
Como colofón a su dilatada carrera profesional, Luis tendrá ahora la complicada misión de dotar a nuestra selección de un estilo propio. ¿A qué viene jugando nuestra selección en los últimos veinte años? De todos es conocido que Luis es el genuino "rey del contraataque", y a lo mejor es así como tiene que jugar España para ser un equipo competitivo. ¿A qué juega España?... ¿Cómo quiere hacerlo en el futuro?... ¿Cual es nuestro lugar exacto como selección?... Luis Aragonés tiene el apoyo necesario y es lo suficientemente arrogante, lúcido y atrevido como para contestar con sinceridad estas y otras preguntas sin que los demás podamos revolvernos. Nos conviene una terapia de choque cuanto antes, y Luis es el hombre perfecto para llevarla a cabo.

En Deportes

    0
    comentarios