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Juan Manuel Rodríguez

El próximo presidente del Barcelona

Lluis Bassat salió de la nevera en la que le mantenían refrigerado, impoluto y al margen de cualquier proceso de descomposición o caducidad, quizás porque sus asesores —encuestas en mano— decidieron que el próximo presidente del Barcelona no podía quedar al margen de esta primera refriega dialéctica de importancia. Ha intervenido el último, después de que los Fusté, Carrillo, Laporta, etcétera, etcétera, salieran a la palestra. Y lo ha hecho para dejar bien claro que él no participará en ninguna moción de censura. Inteligente, si tenemos en cuenta que la moción “made in Carrillo” no servirá para nada e irá al cubo de la basura.

Bassat no ha aportado soluciones para el futuro del club porque, técnicamente hablando, el Fútbol Club Barcelona no se encuentra en proceso electoral, y porque —a diferencia notable de la política— en el mundo del fútbol no existe la figura de la “leal oposición”, por mucho que don Lluis contara con un apoyo muy estimable de sus socios en las últimas elecciones a la presidencia. Y porque además, conociendo a Gaspart, si Bassat hubiera dicho “yo sé cómo arreglarlo”, quizás el actual presidente le hubiera ofrecido el puesto de vicepresidente primero. No, las cosas no se hacen así, y Bassat lo sabe. Sin embargo ha sido contundente, con ese tipo de contundencia que no le implica a uno absolutamente en nada. Bassat ha sido político, aunque no sea formalmente oposición.

El próximo presidente del Barcelona ha incidido en el aspecto que más daño puede hacerle a Gaspart, y ese es el de la desaparición del orgullo de sentirse culé. Ahí le duele. No es tanto la ausencia de títulos deportivos —a la que Bassat, yo creo que de forma consciente, no ha querido referirse— sino la laminación del orgullo barcelonista en sólo un año y medio de gestión de Joan Gaspart. Bassat sigue, como ya hemos comentado aquí, la senda iniciada por Florentino Pérez que, no lo olvidemos, se impuso en las elecciones al presidente de la séptima y octava Copas de Europa. ¿Por qué? Porque clubes como el Real Madrid o el Barcelona deben ser mucho más que sus éxitos deportivos.

Si los datos que maneja la “pre-pre candidatura” de Lluis Bassat son ciertos, el apoyo social de Gaspart no supera ahora mismo el diez por ciento. El próximo presidente del Barcelona se ha cargado de razón al afirmar que, si bien él puede esperar tranquilamente, la institución se encuentra al borde del K.O. Es curioso que el adjetivo “responsable” se aplique a una actitud y su opuesta, dependiendo de quién se trate. Los “gasparistas” dicen que ahora mismo no sería responsable tocar a retirada; el resto dice que esa sería justamente una actitud responsable por parte de la junta directiva. Yo estoy con los segundos: Joan Gaspart debe responder de sus errores. ¿Será un irresponsable?

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