El fútbol es un deporte para tipos listos. Entre las ocho de la tarde y las diez menos cuarto de la noche del 4 de noviembre de 2001, un buen montón de ellos decidieron darse cita en el estadio Santiago Bernabéu. Zidane es un tipo listo porque nunca se complica la vida: recibe y pasa, recibe y pasa. Se mueve con elegancia por el campo; se cae y pide el cambio con una compostura y un savoir faire dignos de un gentleman. Rivaldo es un tipo listo porque, al contrario que Zidane, se complica la vida adrede y soluciona cualquier problema con un balón como si de un logaritmo se tratara. El brasileño es de una listeza científica.
Figo es otro tipo listo, aunque es un hecho que no atraviesa por su mejor momento de forma. He podido comprobar con estos ojitos que me dio Dios cómo el portugués tiraba él solito del Barcelona, cuando aún vestía la camiseta azulgrana. Figo es un listo artístico y estajanovista, un jugador único. Otro tipo muy, pero que muy listo es el holandés Patrick Kluivert; naturalmente que el delantero centro culé no es sólo un goleador. Kluivert te engaña con el cuerpo, te distrae con la mirada (que se lo pregunten a Iker Casillas). Todos son tipos listos, aunque el más listo de todos es, sin dudarlo, Raúl.
El 2-0 de Figo (primer gol que le marca a su ex-equipo) fue una buena prueba de esto que digo. Sencillamente dejó pasar el balón, quebrando a Pujol, defensa, todo sea dicho de paso, de una pieza. Con el Barcelona volcado sobre la portería madridista, el Real encadenó por fin tres pases seguidos, pero fue la inteligencia de Raúl la que puso punto y final al partido. Si el Balón de Oro premia a la inteligencia sobre un campo de fútbol, no dudo que será el jugador madrileño quien lo reciba dentro de unos días.
Pero pudimos sacar más conclusiones tras el choque Real-Barcelona. Ni siquiera sus mayores detractores podrán poner ni un sólo "pero" al partido del Gordillo de la Gran Bretaña. ¿Dónde no estuvo Mc Manaman? Pareció que el Madrid jugara con doce, y no por un error de Puentes Leira, sino por el evidente don de la ubicuidad del centrocampista inglés. Me recuerda mucho al gordo, corriendo como un ventilador estropeado, con las aspas extendidas y los pies en un permanente tropezón, pero llegando.
Por penúltimo: si yo fuera Roberto Carlos no presionaría al club mucho más allá de lo estrictamente razonable; hay mucho Bravo corriendo por la banza izquierda. Y por último: solucionada la primera transición que supuso la incorporación de Figo al Madrid, y también la segunda (la de Zidane), Del Bosque deberá ahora afrontar la tercera, la de la recuperación de Luis para el fútbol madridista. ¿Qué le pasa a Figo? El Barcelona perdió pero no pasa nada... ¿Habría perdido con Javier Saviola jugando desde el inicio? Lo dudo porque el argentino es otro tipo listo. "Qué buen vasallo si hubiera buen señor".
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