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A uno le da cierta grima ver a los directivos del Barcelona pidiendo árnica. Aseguran ser conscientes de la grandeza del club al que pertenecen, pero empiezo a dudarlo. Jaume Llauradó, uno de los hombres fuertes de la inagotable directiva que preside Joan Gaspart, echaba cuentas el pasado domingo en “El Tirachinas": "con Figo tendríamos hoy cinco puntos más", aseguraba. O lo que es lo mismo, el Barcelona estaría a seis puntos del Real Madrid. ¿Es ese el papel que le toca jugar a este equipo? Deprimente. Lamentable. Una grosería.

Creo que Núñez y Gaspart (cesante y entrante), así como los que allá por los meses de junio-julio optaban todavía a la presidencia del club, no calibraron el alcance real de la marcha de Luis Figo. La fuga del portugués al Real Madrid tendría que haber sido como el toque de diana para un soldado; en el Nou Camp debería haber aparecido el General Custer, con su pañuelo rojo al cuello, liderando el Séptimo de Caballería. Tendrían que haberse encendido las alarmas rojas del despacho presidencial –¡inmersión, inmersión!– y sin embargo no sucedió nada. Simplemente se quedaron quietos. Hicieron el "don Tancredo" más absoluto. Volvieron a perder el tren de la historia.

Llegados a este punto, ya podemos anticipar que el debut de Gaspart como máximo responsable del club acabará con un suspenso. Incluso en el hipotético caso de que se lograran Copa del Rey y UEFA, lo cierto es que el Barcelona debe tener opciones de conquistar la Liga y la Champions hasta el último momento. No es el caso. Si alguno de los 85 directivos pensaran en el futuro del club, se pondrían a planificar la próxima temporada. Soy pesimista al respecto, y probablemente se saquen de la chistera un Saviola cualquiera para desviar la atención.

Un culé me decía el otro día que había calculado, y al final a Figo le habían dejado escapar por la comisión de un intermediario. Quizás. Pero ¿cómo dejaron escapar a Maradona, Laudrup, Schuster, Ronaldo o Cruyff? ¿Y cómo se puede entender que al holandés –que es el Di Stéfano azulgrana– le hayan demonizado, le hayan convertido en la "bicha"? En 1953 otro presidente dejó escapar a la "saeta rubia", y luego pasó lo que pasó. 47 años más tarde, la misma operación. Vamos a terminar pensando que a los directivos del Barcelona les va el rollo del "sado-maso".

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