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El último "vivo" que pretende subirse al tren de la fama que ofrece el mundillo del fútbol se llama Joaquim Clusells, un hostelero de la cantera culé que quiere ser presidente del Fútbol Club Barcelona. Ya he visto muchos de estos. Y confieso que el sábado hable con él porque, sin partidos de Liga que llevarnos a la boca, alguien me dijo que daba "mucho juego", exactamente lo mismo que comentaban allá por 1987 cuando a Jesús Gregorio Gil y Gil se le ocurrió eso de ser presidente del Atlético de Madrid. Desde entonces, a todos los chispoletos se les conoce como "el Gil de tal sitio", o "el Gil de tal otro"; por ejemplo, Dimitri Piterman, quien, puesto que adquirió la mayoría de acciones del Racing, es ya conocido popularmente como "el Gil de Santander", sin llegar a saber nunca si eso es bueno o es malo, pero intuyendo más bien esto último.

Pues bien, yo el sábado hablé con este Clusells, (un "Gil del Barcelona", potencialmente hablando) consciente de que por muy pronto que se levantara y muy tarde que se acostara no tenía ninguna, pero ninguna, posibilidad de salir elegido. Pero "daba juego". El caso es que el tal Clusells ha empezado ya a soltar sus porrerías, encontrándose entre ellas la siguiente que paso a relatar: posibilitar el acceso (físico o meramente visual) de las socias al vestuario del equipo, haciendo especial hincapié en el desnudo que pueda protagonizar el delantero holandés Patrick Kluivert quien, según informaciones que maneja el sujeto presidenciable, "la tiene muy larga". Así las cosas, no me extraña que Reyna pueda seguir al frente del club, al tiempo que empiezo a comprender cómo y de qué manera fue posible que llegara a presidente un personaje como Joan Gaspart.

Clusells no ha sido el primero ni será el último en publicitarse a través del fútbol. No creo tampoco que él mismo piense seriamente que tiene alguna opción. Juanito Navarro también se presentó en su día a las elecciones del Real Madrid y todos –él incluido– nos lo pasamos muy bien una tarde que nos llevó a merendar a "Mayte". Lo malo no es que se presenten sino que lleguen, como ocurrió con Paco Roig o José María Caneda, "Giles" de sus respectivos clubes. Por otro lado, el amigo Clusells resulta inofensivo. Contará un par de chistes, hará un poco de publicidad a sus restaurantes y se irá, feliz y dichoso, diciendo por ahí que salió en la televisión. Incluso habrá algún despistado que le pida un autógrafo. Tranquilos que no pasa nada, sólo se trata del último "vivo".

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